Vistas de página en total

viernes, 13 de agosto de 2021

Oferta de trabajo temporal (Relato sobre viajes temporales)

 


Oferta de trabajo:

Prestigiosa empresa de Física precisa de personal para cubrir una vacante como viajera/o temporal. Si lo que buscas es un trabajo a tiempo parcial, te gustan las emociones fuertes y un ambiente de trabajo diferente, esta es tu oportunidad. No requiere de experiencia previa ni formación académica.

Ya puedes enviar tu curriculum vitae y contarnos porqué deberías de trabajar con nosotres al correo electrónico: vacanteviajestemporales@elrelojinfinito.org

La selección se hará mediante entrevista.

 

—Bienvenido, caballero. No sea tímido. Siéntese.

—Disculpe hace mucho tiempo que no acudía a una entrevista de trabajo.

—¿Podría decirnos su nombre?

—Abel López Avellán.

—¿Edad?

—Cincuenta y…dos años…pero…perdonen…en el anuncio no decía nada acerca de la edad…

—No se preocupe, hombre. Nosotros no rechazamos a nadie por su edad. Es tan sólo para conocer mejor a nuestros candidatos y candidatas.

—Me había preocupado. En las últimas entrevistas de trabajo a las que fui me invitaron a salir nada más conocer mi edad. Normalmente prefieren gente joven.

—No es este el caso…

—No sabe cuánto me alivia. Ser cincuentón y amo de casa no suele estar muy bien visto por la mayoría de empresas…

—Siguiente pregunta. ¿Qué espera de este trabajo?

—Más allá de poder meter un poco de dinero en casa, me gustaría…mejor no se lo digo…se va usted a reír de mí.

—Por favor, no sea tímido. Cuéntenos.

—Me gustaría poder viajar en algún momento a 2014.

—¿Cuál es el motivo?

—Me gustaría evitar que Sergio Ramos marcase el gol del empate en la final de Lisboa. No sabes la tabarra que me sigue dando mi cuñado con el tema. Que si los atléticos no estamos hechos para ganar, que si somos unos llorones, que si somos unos pupas. Y me repatea. Si pudiera cambiar ese momento sería el hombre más feliz del mundo. ¿Me entienden? De algún equipo serán, ¿no? ¡¿O me van a decir que son también del Madrid?!

—Cálmese, caballero. No es necesario que nos grite. Le oímos igual de bien en un tono más bajo de voz.

—Perdón. Pero es acordarme y ponerme nervioso.

—Empatizamos con su emoción, aunque no compartamos su gusto por el fútbol.

—¡No me diga por favor nada relacionado con empatar que me pongo de los nervios!

(Pasan unos segundos de silencio)

—¿Entonces estoy contratado?

—Aún no, señor. Nos gustaría entrevistar antes al resto de candidatos y candidatas que aún esperan su oportunidad para valorar quien se adecua mejor al puesto.

—¿Necesitan saber algo más?

—No. Ya contamos con la información necesaria.

—De acuerdo.

—Si es tan amable puede salir por esa puerta. Gracias por su tiempo. Ya lo llamaremos.

 

(Abel López Avellán descartado. Demasiado visceral. Pondría en riesgo cualquier misión).

 

—¿No me digan que les ha parecido mal que me siente sin que me digan nada?

—Para nada. Nos gusta que nuestro personal muestre iniciativa.

—¿Saben algo que no aguanto? Los jefes que se encargan constantemente de demostrarte que estás por debajo suya. Es más, me llegan a decir que les ha molestado que me siente sin su permiso y los mando inmediatamente a la mierda…

—No es ese nuestro caso. Apostamos por el trabajo horizontal. Cada miembro de esta empresa es un engranaje tan importante como otro. Funcionamos mejor aportando entre todes…

—Que sí, que sí. Todo muy bonito, pero luego a la hora de la verdad, bien que tiráis de jerarquías. ¿Cuándo podría empezar?

—Paciencia. Necesitamos hacerle una serie de preguntas para saber si su perfil encaja con aquello que buscamos.

—Pues pregunta.

—¿Cuál es su nombre?

—Jota.

—¿Jota? ¿Así a secas? ¿Nada más?

—Sí. ¡¿No le vale cómo nombre?!

—Por supuesto que nos vale como nombre. No tenemos ningún impedimento en dirigirnos a usted como Jota, pero debe comprender que si llegamos a contratarla necesitaremos su nombre, digamos, legal.

—Ja..Jacinta Puentes Ríos…¡Pero cómo se atrevan a dirigirse a mí de esa forma  o a decir algo acerca del nombre les juro que tendremos problemas!

—No se preocupe, Jota. ¿Edad?

—La suficiente como para aceptar un trabajo. ¿Les vale con eso?

—Perfecto. Y ahora díganos, ¿qué espera de este trabajo?

—Poder viajar en el tiempo. ¿O es una mentira que han anunciado para captarnos?

—No es ninguna mentira. Somos una empresa seria como podrá comprobar si acaba trabajando con nosotres.

—Tendré que creérmelo…

—¿Y para qué exactamente quiere viajar en el tiempo?

—Quiero matar a Hitler.

—¿Lo dice en serio?

—¿Y por qué no lo iba a decir en serio? ¿Me ven cara de loca?

—En ningún momento hemos dicho eso…

—¿Entonces por qué me miran así? ¿Acaso son nazi?

—Por supuesto que no. Nosotres creemos en las libertades. Nuestras caras de asombro son porque no sé si es consciente de lo que implica modificar la Historia.

—¡Oigan, que no soy tonta!¡Ya sé que lo dicen por las paradojas temporales y todas esas mierdas científicas! ¿Pero acaso no merece el mundo devolver la mirada atrás y no ver a gente como Hitler?

—No es la misión de esta empresa modificar la Historia sino más bien contemplarla con exactitud mediante los viajes en el tiempo. Además, ¿crees que matando a Hitler acabarías con la maldad del mundo?

—¡Claro que no! Por eso me he hecho está lista para acabar con todos los conquistadores de la Historia. Dejen que les lea: Hannibal, Julio Cesár, Pizarro…

—Suficiente. Le hemos entendido a la perfección.

—Entonces no les valgo como empleada, ¿me equivoco?

—Lo sentimos. No cumple con el perfil.

—Al menos no podrá decir mi madre que no he intentado encontrar trabajo…

 

Jacinta Puentes Ríos: autodescartada.

 

—Buenos días. Siéntese.

—No se preocupe. Me quedó mejor de pie. Conozco a la perfección como funcionan las empresas de viajes temporales y por paradójico que resulten no disponen de mucho tiempo. Así que si lo prefieren le voy dando mis datos.

—Me parece perfecto.

—Mi nombre es Lidia Sánchez Díaz. Tengo treinta y cuatro años. Soy licenciada en Historia por la Universidad de Cádiz y el motivo por el que me presento a esta selección de personal no es otra que un afán académico y pedagógico. Creo que la Historia ha de ser vista y expuesta con la mayor rigurosidad posible sin contaminación de elementos ajenos.

—Déjeme admitirle que me ha dejado sorprendida. Hasta ahora nadie había expuesto los motivos para ser contratado con tanta vehemencia como lo ha hecho usted. Permítame felicitarle. El puesto es suyo.

—Me parece genial, pero a riesgo de ser grosero me gustaría conocer las condiciones laborales…

—Está en todo su derecho de saberlas.  La jornada laboral es de cuarenta horas semanales…

—¿Pero esas cuarentas horas son reales?

—No le acabo de entender.

—Pueden ser cuarenta horas que paso de expedición por otras zonas temporales o sólo contar las transcurridas desde mi marcha a otro punto temporal hasta mi regreso a la época actual.

—Esas cuarentas horas son computables desde que usted sale de misión hasta que regresa. Más o menos por viaje nuestros técnicos vienen a tardar una hora.

—Me temía que sería así. ¿Y de sueldo? ¿De cuánto estamos hablando?

—El salario mínimo interprofesional. 

—Bueno…

—¿Le parece escaso? Tengan en cuenta que no es un trabajo que requiera un gran desgaste físico. ¿Tiene alguna cuestión más?

—Sí, una última. ¿Dais de alta en la seguridad social?

—No. Eso debe hacerlo usted mismo. El contrato que le ofrecemos es como autónomo del que hacemos uso.

—¡No sé porque me sospechaba que sería así!¡Como el resto de empresas de este tipo!

—¿Entonces no está interesada en el puesto?

—No. Ya tengo la suficiente experiencia en el sector como para volver a trabajar de forma precaria. Y déjeme que les de un consejo: Analicen menos el pasado y dedíquense a solventar el presente dando puestos de trabajos dignos. Hasta otra.

Lidia Sánchez Díaz: hubiese sido la candidata ideal de no ser por una nimiedad: quería derechos laborales dignos.