No soy tan gilipollas
como para haberme expuesto al virus por simple notoriedad, de todos
modos eso no tiene sentido en un mundo que se derrumba y donde a
nadie le interesa ya nada de los demás cuando la única meta es
sobrevivir, sino que lo hago con un afán científico, debo sentir en
mis propias carnes los efectos de este letal virus, y todo con un
fin, probar sobre mi el propio antídoto que he fabricado de manera
experimental de momento para ver si es posible erradicar esta
pandemia que desea acabar con este mundo...al mundo tal como los
conocemos....
...Me acabo de inocular
el virus hace casi cuatro horas, y ya empiezo a sentir las primeras
consecuencias de portar tal letal enfermedad: comienzo a padecer
mareos, nauseas, me noto especialmente cansado, la fiebre empieza a
subir, y noto que el cuerpo me empieza arder, etc...Los sintomas se
asemejan mucho a una gripe, mi temperatura corporal se mantiene por
encima de los cuarenta grados, pero sin embargo esto no es nada con
lo que me debe venir...
...Me han empezado
aparecer el síntoma más evidente de los infectados: la fascistis
necrosante. A los neofitos en la materia médica, se lo explicaré de
manera sencilla: se cae la piel a pedazos, y cuando hablo de piel
habló de cualquier parte del cuerpo. Empiezo a tener heridas que no
dejan de supurar, agujeros en los brazos, y heridas que no
cicatrizan, pero quizás lo más traumatizante ha sido sentir como al
ir a miccionar el pene se me ha desprendido pegado al calzoncillos.
He llorado como un niño, quizás porque pese a que la masculinidad
es algo mental, sentía que al perder mi miembro había perdido parte
de mi humanidad, era como volverme un ser asexuado. Empiezo a perder
los nervios, pero debo dejar de llorar porque me escuece las heridas
de la cara...
...Quizás no pueda
seguir escribiendo, mis funciones motoras comienzan a fallar, el
virus del Nilo Occidental ha hecho que mi cerebro se haya hinchado
hasta chocar contra el cráneo haciendo que sangrará a través de
los oídos. Intento hablar pero ya no logró ni vocalizar, y lo que
es peor, tan siquiera tengo pulso como para inyectarme el antídoto
que produje...no se cuanto tiempo más seré capaz de seguir
escribiendo describiendo la evolución de esta enfermedad que he
intentado curar por una simple razón: porque yo fui uno de los
culpables de fabricar el virus para enriquecer a una empresa
farmacéutica...
...Ya solo me guía un
instinto: comer cualquier cosa...he visto algo o alguien moverse no
muy lejos...
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