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Además el hecho de entrar en una libreria y que desde el dueño del establecimiento, hasta el último de los presentes, murmuren sobre tu presencia. No tardarán en acercarse en busca de un autógrafo. Alabaran tu arte, e incluso habrá quienes te invitarán a un café para intercambiar impresiones sobre tu último libro, siempre diciéndote cosas bonitas y agradables, ya para los malos están los críticos, esos resentidos que no entienden de nada, y que vuelcan tus frustraciones sobre ti ya que ellos no tienen los cojones o los ovarios para crear su propia novela, y mucho menos de que sea buena.
Eso si, el escritor actual no tiene miedo al destino. Es más, se enfrenta a él echándole narices, porque además de buen artista, es reivindicativo, y si tiene que ser crítico con el poder lo es, y si tiene que defender a las amebas amenazadas lo hace, porque el autor se moja el culo no como los mojigatos de los futbolista, salvo contadas excepciones.
También el escritor suicida no necesita de editorial, su arte se vende solo. Las descargas aumentan tanto como las propuesta de los sellos editoriales, a los que rechaza para seguir siendo el más indie, hipster y gafapasta, pero pese a todo todas sus historias son best-seller...
Todo esto es bonito hasta que suena el despertador para ir a trabajar, pero no precisamente a escribir, eso lo harás si te queda algo de tiempo libre, porque realmente el escritor suicida es aquel que a riesgo de su salud, se quita horas de sueños por crear y compartir, aunque luego nadie se lo reconozca.
PD: Es de bien nacido ser agradecido, y Antilopez le debo la inspiración con su canción "Cantautores Suicidas", que en definitiva es un símil de otros artistas...
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