Cada año, y cada vez antes, nos plantean antes la Navidad, que si compra turrón de tal, polvorones de aquella otra, coopera con tal iniciativa social de la cual nadie se acuerda el resto del año, y un largo etcéteras para convertir estas fiestas en las más edulcoradas del año. Pero si hay algo que nos intentan vender como una obligación, es la compra del décimo de la Lotería, ya sea mediante anuncios ridículos como el de aquellos trasnochados cantantes, o apelando al sentimentalismo fácil como en este año, y lo peor de todo es que acabamos picando...me incluyo, porque aunque sea con los compañeros de trabajo siempre piensas que el año que tu no pones es el que toca, y precisamente la gente no son tan amables de guardar tu parte como el camarero del anuncio así de claro.
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El gordo de la Lotería que quiero que me toque es bien distinto, no porque no necesite dinero, de eso siempre andamos cortos, más cuando no hacen más que recortarnos, o mejor dicho rebanar el cuello a los de siempre. El mayor premio sería lograr atrapar vuestra interés con la obra sobre la que estoy trabajando. Vuestra lectura sería el mayor de los premios para hacerla llegar a cuantas más personas mejor. También me conformó con segundos premios como que os descarguéis o compréis mis anteriores obras como Las Puertas de las Rimas.
Aunque me conformo que me toque la pedrea, que no es otra cosa que acudáis a este humilde blog con cada nuevo artículo que realizo con todo el cariño para vosotros.
Mis lectores sois mi mejor premio.
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