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lunes, 21 de febrero de 2022

SANGRE DE CHICHINABO (Reflexión sobre novelas negras y policiacas)

 


No hace mucho hablando con un compañero de trabajo sobre novelas negras y policiacas, particularmente de recientes éxitos de ventas, llegamos a la misma conclusión, pese a que la mayoría resultar son bastante entretenidas, "la sangre de estas historias es muy fácil de limpiar". Me explico, por si alguien no entendió la metáfora. Muchos de estos éxitos de ventas parten de una premisa impactante, una muerte especialmente sangrienta y llamativa, algo que sin duda atrae inmediatamente. El problema llega cuando la historia comienza a desarrollarse.

¿No tenéis la impresión de que los personajes se mueven en un decorado más hecho para parecer una representación teatral o una película que a la vida real? A mi al menos me cuesta empatizar con ellos. Tengo una impresión: es como si quién escribió la obra te dijese sutilmente: "no te preocupes cualquier sufrimiento que veas aquí no te afectará y se acaba en cuanto cierres el libro".

¿Y qué decir del desarrollo de la historias? El género, salvo honorables excepciones, se nutre de tópicos y clichés. Da la sensación de no querer inquietar a quienes los leen. Es como si les dijesen: "No es preocupéis, pese al impacto inicial, no pretendemos sacaros de vuestra zona de confort lectora". Para empezar a la hora de crear al personaje principal, en la mayor parte de los casos, una inspectora o inspector de policía, se nos presenta un personaje con un pasado traumático que a través de la resolución del caso quiere redimir sus pecados o aliviar sus penas pasadas. Todo el afán por resolver el caso no lo hace por hacer justicia sino más bien por redimir sus pecados o subsanar errores del pasado. En muchos casos la propia historia del protagonista quita el protagonismo a la premisa inicial. Las muertes dejan de importar. Y pese a todo, el protagonista  carece de aristas. Hecho que se hace más evidente en el caso de quienes colaboran con el protagonista, en muchos casos son mera comparsa que sólo sirven como escuderos. Por su puesto entre estos no puede faltar al miembro del equipo al que odia con todas sus fuerzas al comienzo, pero del cual termina enamorándose. El tópico del "enemies to lovers" está servido. 

Luego, también comentar que conforme avanzan muchas de las tramas, que un principio resultan tan impactantes, van perdiendo fuerza, van cayendo en la monotonía e incluso en muchos casos resultan inverosímiles. Es cierto, que dentro de la ficción alguien se puede tomar ciertas licencias, pero en el acuerdo tácito de aceptar esa historias, hay cosas que no se sostienen. Os pondré un ejemplo, en un libro que leí hace poco, el protagonista era incapaz de romper con una silla un cristal blindado, pero sin embargo, lanzando una cabeza cercenada se hacía añicos. Cuando leemos buscamos un mínimo de coherencia. También os puedo hablar de quien se toma la libertad de situar feriantes gitanos, con todas las características de los españoles, en una feria de un condado de Minnesota.

 En ningún caso niego su capacidad de entretener, pero de ahí ha definirlas como el culmen de la originalidad dentro del género hay un mundo. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?


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