Estrenamos nueva sección, un experimento más parecido a un salto al vacío que una apuesta segura. En este sección trataré de subir cuentos escritos de forma aleatoria, tal como salen en los dados de Story Cubes, para de esta forma mostraros como la imaginación solo necesita una espoleta para ponerse a funcionar. Solo hay una condición, no se pueden retocar. Tu también puedes animarte a escribir así y ver tu relato aquí ¿Te animas a leer el primer relato?
"El Llanto Eterno"
Como
cada noche nada más salir la luna por el horizonte Adrián tiene que recurrir a
la búsqueda de un código secreto para lograr desactivar el llanto de su hija.
Clara era un bebé especial. A diferencia de cualquier otro recién nacido, ella
no lograba dormirse con balanceos, nanas o cualquier artificio propio de su
edad. Necesitaba de cuatro números. Aunque esa cifra jamás era la misma para
desesperación de su progenitor. Cada noche cambiaba y podían pasar horas hasta
dar con ella. El abanico era amplio.
Hasta
que una noche, ojeroso y cansado Adrián vio como la solución estaba en
multiplicar el número de ovejas que decoraba la habitación de la pequeña por el
número de veces que había tosido a lo largo del día y dividirlo a su vez por el
número de manzanas que desde la ventana del cuarto se podían ver en el árbol de
la casa de enfrente. Una vez obtenido ese resultado invertir esos mismos
números y sumarles tantas flores como su mujer había colocado en el florero del
salón. Así de sencillo y así de complejo a la vez.
¿Y
cómo llegó a aquella solución? Pues comprendiendo que su hija no era igual al
resto. La pequeña era tan compleja como el sistema de vuelo de una nave
extraterrestre y a la vez tan sencilla como el funcionamiento de una rueda.
Solo había que ser observador y perseguir la mirada diaria de la niña.
La
llave de su éxito lo obtuvo al comprender que cuando una niña no está compuesta
por piel y órganos sino por circuitos y coltán no hay nada aleatorios. Los
actos de una niña-robots no son caprichosos como los números de un dado…
Habrá
quienes pongan mala cara, habrá quienes se llevarían a Adrián detenido por no
querer tener un hijo de carne y hueso, pero ya sabéis, vivimos en la sociedad
del egoísmo, donde cuidar de otro supone un sobreesfuerzo inasumible por la
mayoría. No juzguéis mal a este hombre, otros ante el llanto de un bebé no
hubiesen buscado la clave numérica, se habrían limitado a buscar el interruptor
en la espalda de su bebé como si fuese una videoconsola…
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