—¿Has
visto alguna vez a un insecto en un avión? —le pregunté a mi hija que temblaba
sin dejar de mirar por la ventanilla hacia la oscura noche, donde una luna
llena se proyectaba sobre el mar.
—No,
papá. No creo que puedan llegar tan alto—me respondió casi sin mirarme.
—Eso
es porque no conoces la historia del Escarabajo Amando—fue justamente el nombre
del animal lo que logró captar la atención de la niña. —Verás Amanda, hace muchos
años había un escarabajo que se llamaba como tú que vivía en la pisada de una
niña, porque como ella, Amando necesitaba tener siempre el camino de su vida
marcado siempre, pero su aspiración en su vida era llegar alto, alcanzar las
estrellas.
>>Primero
subió a una flor, pero estaba tan lejos del cielo que decidió subir hasta una
torre para poder alcanzarlo, pero igualmente el cielo rehuía de sus patitas.
Convenció a un halcón para que lo elevase lo más alto posible. Voló tan alto
que se sintió libre, y sintió que la felicidad no es el objetivo sino el camino
a recorrer durante toda tu vida…
Antes
de acabar el cuento mi hija se durmió en mi hombro. El cuento había logrado su
objetivo: persuadirla de que mirase por la ventana y siguiese viendo como el
motor del avión ardía.
El
avión explotará y se convertirá en un rayo en mitad del océano, pero a estas
alturas da igual. Mi niña duerme y vivirá por siempre en el Hogar de los Cuentos.
El lugar donde nada podrá dañarnos…
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