…Tal
vez debería de sentirme culpable, tal debería estar abatida, pero no siento el
más mínimo remordimiento. Acabo de provocar una muerte y no me siento mal,
aunque nadie pensaría eso al verme sentada en mitad del pasillo del tanatorio
de Les Cort. Los seres humanos somos criaturas compuestas de sentimientos y
contradicciones, sobre todo yo. Somos el resultado de nuestras propias
historias. No fue la compasión lo que me trajo hasta aquí, tan siquiera el
deseo de acompañar a la finada en sus últimos momentos en la Tierra antes de
partir en viaje sin retorno hacia el más allá o donde vayan a parar las almas.
Estoy aquí para cerciorarme de que todo transcurre de forma habitual: un
velatorio tal como prescribe la tradición. Visto lo visto en los últimos días
no me sorprendería que la muerta regresase a la vida en forma de nube gaseosa
amarilla…
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