CAPÍTULO
2
En
honor a la verdad, mi adaptación a la provincia gaditana no estaba resultando
sencilla. Quizás fuese por como somos la gente del norte, o tal vez por mi
propio carácter, pero no tenía forma de completar mi tiempo de ocio con otra
que cosa que no fuese jugar al ordenador.
Mi
rutina consistía en ir a trabajar, hacer las compras necesarias, alguna vez de
manera ocasionar mirar ropa, aunque pronto me cansé por no contar con una amiga
para pedirle consejo, y conectarme al ordenador. Me habría gustado salir, pero
no conocía a nadie, al menos fuera del trabajo. Jamás me gustó mezclar ocio con
vida laboral.
Comencé
a jugar a un juego en línea por simple aburrimiento. El juego carecía de
calidad, pero me daba la oportunidad de hablar con otras personas más allá de
otros policías, y de mi madre, que me llamaba a diario básicamente con la
intención de saber si había comido bien. Como muchos sabréis, y si aún no
habéis dado cuenta os lo explico yo, el mayor interés de una madre cuando vives
fuera del hogar familiar no es saber cómo te van las cosas, sino saber si has
hecho las cinco comidas pertinentes al día. Es más, si fuesen por ellas, tu
nevera estaría llena de fiambreras con comida suya como para sobrevivir a un
apocalipsis.
Pero
aquel día antes de conectarme al juego, decidí leer la prensa local de manera
digital. Tenía curiosidad sobre cómo había abordado la aparición de la cabeza
en la Caleta el periodismo gaditano. Me decepcionó comprobar como habían caído
en el amarillismo (por cierto, nada que ver esta palabra con el Cádiz C.F.) al
incorporar una foto de la testa. Personalmente me molestó, pero como todos
sabemos el morbo vende. A mayor impacto, mayores ventas de prensa física.
No
obstante, mi interés se centró en los comentarios de la noticia. Si tal como me
había dicho aquel agente, si la gente pondría nombre a la víctima, sería en
aquel medio. Con detenimiento los fui leyendo uno a uno:
CHIrigoTero88:
A
mi no me ha extrañado. Este tipejo, policía de profesión para mayor delito,
estaba metido hasta las manillas en temas de drogas. Se veía venir. Tarde o
temprano sucedería. Esto huele a ajuste de cuentas de gente del Cerro del Moro.
CaiProud
EzE_CaI_Oe:
Descanse en Paz
Adán Paz. Hay quienes después de muerto intentan ensuciar tu nombre compañero.
Caletero_del_Alma:
Este no puede
decir que no pierda la cabeza por Cádiz XD
SERIOpata:
Comentario
suprimido por inapropiado por Diario
Si
el comentario de Chirigotero88 era veraz el caso estaría resuelto en cuestión
de días. Solo habría que tirar de los hilos pertinentes para dar con el autor o
autores materiales del ajuste de cuentas, tal vez no con su ideólogo, los
grandes capos de las drogas siempre salen indemnes, pero si al menos podría
darse el caso por cerrado, al menos para mi departamento, ya que pasaría todo a
Antivicios y Estupefacientes.
Cerré
la página del periódico recordando que no debía mezclar mi tiempo libre con mi
trabajo. Ese era el problema de las profesiones de vocación, ni en tu tiempo
libre eres capaz de desconectar. Me conecté al juego dispuesta a dejar a un
lado mi rutina. Aunque más que dejar simplemente a un lado mi rutina, lo que me
apetecía era hablar con Nacho.
Muchos
os preguntaréis, casi con afán de portera cotilla, quien demonio es Nacho. A
simple vista no era más que un enano rechoncho de nivel veintinueve, apodado
Sacamantecas, capaz de matar dragones con un hacha. Habrá quienes piensen que
me he vuelto loca. Pero esta descripción se corresponde con la apariencia de su
personaje en el juego, nada que ver con la realidad. Más allá del juego, en
este tiempo he hablado en tantas ocasiones con él, que he descubierto que
coincidimos en muchos aspectos de nuestras vidas.
Al
principio solo nos escribíamos en el chat del juego. Comentábamos jugadas,
estrategias, y formas de alcanzar los objetivos establecidos en la partida, no
obstante, la conversación fue derivando hacia temas más personales. Luego
comenzamos hablar por voz a través de un servidor y cada vez la conexión entre
ambos fue mayor. Nacho resultó ser un chico tímido, sensible, con escasos
amigos, al igual que me sucedía a mí, y hogareño. Decía que para salir a emborracharse,
hablar de fútbol, de tías, y coches, prefería quedarse en casa jugando, leyendo
libros de terror o bien viendo series. A muchos tal vez le vez le resultase un
bicho raro, un rara avis, pero ¿acaso no lo era yo también?
Sin
embargo, aquella tarde no parecía haberse conectado. Lo busqué a través de los
mapas del juego, pero no había ni la más mínima señal de su presencia. Pregunté
a medianos, elfos, humanos e incluso a algún orco por él, pero nadie parecía
haberlo visto. Quise darle tiempo. Me embarqué en una misión donde debía de
acabar con un troll capaz de sembrar el pánico en una ciudad del sur.
Mientras
voy jugando la partida reflexiono acerca de estos juegos. Tanto en un juego,
como en internet, podemos ser aquello que no somos en la realidad. Podemos ser
héroes en el mundo virtual mientras que en la realidad no nos atrevemos a
replicar a nadie ante una injusticia. En estos tiempos, pese a ser la era de
las comunicaciones, tendemos a aislarnos. Nos consolamos con un mundo de
mentira. Aunque tras meditarlo esta idea resulte paradójica. Yo soy la primera
esclava de estos medios. ¡Tan siquiera soy capaz de salir a tomar una copa para
hacer nuevos amigos en el mundo real!
Justo
cuando apareció Sacamantecas por la pantalla de mi ordenador, sonó mi teléfono.
Tuve la tentación de no responder, tenía ganas de hablar con Nacho. Sin
embargo, el hecho de ser la única criminóloga destinada en la Bahía de Cádiz me
obligaba a responder. Además, mi contrato contaba con una cláusula de
disponibilidad de las veinticuatro horas del día.
—Inspectora
Sarasua al aparato—respondí fastidiada.
—Como
siempre tan protocolaria...
—¿Quién
es?
—Paco.
—¿Paco?
¿Qué Paco?
—¿Qué
Paco va a ser? ¿El que te metió el taco? Soy el comisario mujer—rio mi
superior.
—Disculpe
comisario, no le había reconocido la voz. ¿Sucede algo? —dije con la mayor
frialdad que me fue posible.
—Tal
como le dije, si se deja fluir todo se soluciona.
—¿De
qué me habla?
—Ha
aparecido el resto del cuerpo del decapitado de esta mañana, así que no pierda
tiempo y venga cagando leches para Cortadura.
—¿Eso
por dónde queda?
—Nunca
me acuerdo de que no es de aquí, como es tan gaditana—comentó con sorna. —Tal
como entras a Cádiz si vienes de tu casa de San Fernando. No tiene perdida,
desde la carretera verás la feria que tenemos aquí montada.
—A
la mayor brevedad estoy allí—concluí.
Me
vestí con celeridad, aunque defraudada por no haber podido hablar con Nacho,
justo el día que había decidido proponer que nos conociésemos en persona.
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