CAPÍTULO 10
A
la mañana siguiente me desperté en el mismo lugar donde me había quedado
dormida, pero faltaba Nacho. Lo llamé un par de veces por su nombre pensando
que se hubiese levantado para ir al baño o a la cocina, aunque no obtuve
respuesta. No me molestó su ausencia, quizás era mejor así. Me sentí insegura
por haber mostrado mi inseguridad. Nadie en tan poco tiempo había conocido mis
miedos.
Fui
hasta el baño aún obnubilada. Me lavé la cara y me aseé. Apenas eran las siete
y media de la mañana de un sábado en el cual no tenía que trabajar, pero me
apetecía aprovechar el día. Me planteé hacer un poco de turismo. Sevilla o
Málaga podían ser buenos destinos.
“Me
hubiese gustado despedirme, pero no quería despertarte. Estabas tan relajada y
sobre todo bella dormida...Me tuve que marchar para poder coger el primer tren
de la mañana porque la policía encontró anoche deambulando por la playa a mi
madre. Por lo visto estaba desorientada.
Esta
tarde si te apetece podrías venirte a mi casa para compensar mi descortesía por
marcharme sin avisar.
Te
quiero
PD:
Te he cogido un par de magdalena y un vaso de leche, espero que no te moleste.”
Pude
leer en una nota situada junto al microondas. No dudé ni un instante en llamar
a Nacho por teléfono para interesarme por el estado de su madre.
—¿Águeda?
—Siento
no haberte podido llamar antes, me acabo de despertar y leer tu nota. Te
llamaba para saber cómo está tu madre.
—Bien...ahora
está durmiendo...—respondió con cierta desgana.
—¿Qué
le ha pasado? ¿Por qué se desorientó?
—Por
lo visto parece que como casi todas las noches salió a echarle de comer a unos
gatos callejeros, y cuando quiso volver no supo cómo hacerlo —se lamentó.
—¿Habéis
ido al hospital?
—No
ha sido necesario. Simplemente como yo no esté pendiente de que se tome el
tratamiento ella no se acuerda.
—¿Podría
pasarme por tu casa? Si puedo echaros una mano en lo que sea: limpiar,
planchar, cocinar...puedes contar conmigo.
—Te
lo agradezco, pero no hace falta...sino te importa en lugar de quedar hoy
quedamos mañana por la tarde, ¿te apetece?
—Como
quieras—comenté un poco defraudada. —Hablamos.
Me
sentí un poco defraudada. Tuve la esperanza de que me acompañaría en mi visita
turística, aunque me hacía cargo de la situación.
No
negaré que cuando no lo vi a mi lado al despertarme sentí cierto alivio, pero,
por otra parte, Nacho irradiaba magnetismo. Era como un cuadro abstracto que
pese a no entenderlo no puedes dejar de mirar.
Pese
a todo no desistí en mi empeño de llevar a cabo la excursión. Fui hasta la
cocina y me preparé un bocadillo. Sonó el teléfono mientras guardaba en la
mochila una botella de agua fría. Ilusionada descolgué creyendo que Nacho se
habría replanteado quedar ese día.
—¿Has
leído hoy el Diario de Cádiz? —dijeron en forma de saludo.
—¿Nacho?
—No
sé quién será Nacho, pero es una lástima que no reconozca ya mi voz—comentaron
al otro lado de la línea en tono burlón.
—¡¿Comisario?!
Quiero decir Paco—escuché como al otro lado de la línea se reían. —¿Qué ha
sucedido?
—¡¿Quieres
que te lo diga o prefieres leerlo?
—Si
me lo dice aún mejor, no tengo encendido el ordenador.
—No
te lo vas a creer, el comparsista que detuviste ha denunciado en la comisaria
de la policía local que esta noche han entrado en su casa...pero eso no es lo
mejor, por lo visto alguien le había metido un pito de carnaval por el
culo—soltó una carcajada al decir esto último.
—¿Lo
ve como una pista? —un cúmulo de ideas se me vino a la cabeza. Volvía a
aparecer en escena ese maldito instrumento.
—No
entiendo que quieres decirme con eso.
—Los
cadáveres también tenían un pito en el culo—le expliqué.
—Yo
solo te he llamado porque me pareció divertido contártelo—argumentó. —Y para
advertirle que si puede hoy no salga mucho por la Bahía.
—¿Por
la Bahía? ¿Por qué?
—Si
por los pueblos de los alrededores: Chiclana, Puerto Real, San
Fernando...Aunque no hayas hecho nada pueden relacionarte con él...De momento
disfrute del fin de semana, y ya el lunes seguimos esa línea del pito de
carnaval que dices.
—¡Pues
me va a resultar complicado disfrutar el finde sino puedo salir! —me lamenté.
—Yo
pienso ir con mi esposa y mis hijos a pasar el día en Conil, ¿si le apetece
venir? —me ofertó.
—¿Habla
en serio? —dije ilusionada.
—Por
supuesto, ¿por qué no iba hablar en serio? Estaré encantado de invitarte a
comer—su voz se mostró certera. —¿Te viene bien que te recojamos en unas dos
horas?
—Perfecto.
Muchas gracias, Paco—agradecí. Le indiqué antes de colgar la dirección de mi
domicilio.
Ilusionada
me arreglé y preparé todas las cosas para mi salida. Luego encendí el ordenador
por curiosidad. Quería leer con más detalle la noticia, y sobre todo leer los
comentarios. No sabría muy bien por qué, pero creí que allí podía estar la
clave de los asesinatos. Leí varios de ellos, eran cientos, algunos jocosos,
otros más serios, aunque el que realmente me interesaba era el de
Chirigotero88:
Chirigotero88.
Esta es la mejor
metáfora de lo que hace en el carnaval: dar por culo. Pureza comercial
Para
no variar sus mensajes eran siempre críticos, directos, sin ambages. Lo anoté
en un cuaderno para poder seguirle la pista a este, o esta, porque podría ser
mujer. Además, para no variar, también apareció un comentario descartado. ¡A
saber las burradas que pondría para que lo eliminasen!
SERIOpata:
Comentario
suprimido por inapropiado. El Diario.
Cerré
el ordenador, no tenía ganas de seguir pensando en trabajo, tampoco tenía ganas
de jugar, me recordaba a Nacho, así que opté por leer un libro, algo que hacía
semanas no hacía.
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