Es curioso cuanto menos
que alguien que pretende escribir un artículo diga que no tiene nada sobre lo
que hablar, pero en ocasiones es lo mejor. Podría nombraros varios nombres de
dibujos animados de cuando era niño que transcribían de forma fidedignas clásicos
de la literatura como los mosqueteros de Dumas o “La Vuelta al Mundo en 80
días” de Verne, pero ya han sido otros quienes escribieron libros como “Yo fui
a la EGB” y otros similares. También podría hablar sobre el estado de violencia
latente en el mundo, pero no soy ni el más idóneo ni el más versado en el tema.
O tal vez podría disertar acerca de quién debería de ser el próximo
seleccionador nacional, pero con dar una patada das con un seleccionador en
cada domicilio…
Por eso es mejor el
silencio. No hay más que mirar un poco alrededor para darse cuenta de que en
muchas ocasiones todos hablamos más de la cuenta, y lo peor de llevarse mucho
tiempo hablando es que no se escucha a quien realmente se debe, a quien
realmente tiene el saber o el criterio acertado. Tras meditar mucho he decidido
que cuando no esté seguro es mejor estar en silencio para no meter la pata pues
como bien dice aquella expresión: “Es
mejor estar callado y parecer tonto, que abrirla y confirmarlo”.
Por eso cuando vayas a
hablar, y sobre todo opinar, piensa que el silencio en la mayor parte de las
ocasiones es el mejor regalo.
Seguimos en la yesca.
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