CAPÍTULO
9
Aquella
tarde decidí quedar con Nacho en mi casa, aunque me vi obligada a recogerlo en
la estación de Bahía Sur de San Fernando ya que temía no ser capaz de llegar a
mi casa. Le pedí silencio al recogerlo. No me apetecía oír nada acerca de
juegos, series, ni nada por el estilo, tan solo me apetecía estar sentada en el
sofá abrazada a él.
Había
pasado una de las peores jornadas labores de mi vida. Todos en comisaría me
miraban como si hubiese cometido el mayor crimen contra la humanidad de todos
los tiempos simplemente por haber dejado unas horas en el calabozo a aquel Juan
Carlos Armadón. Pero peor aún fue, cuando al salir me topé con una multitud
congregada a las puertas. Me gritaron, me insultaron, incluso hubo una mujer
que me zarandeó el pelo. Me tacharon de “racista” por “encarcelar” a aquel
autor del carnaval. Fue horrible.
—¿Acaso
no te advertí? ¿Qué puedes esperar de gente tan primaria? Por eso odio
Cádiz—trató de consolarme Nacho tras atreverme a contarle los hechos. —Se
mueven por instintos. No entienden nada más allá del fútbol y el carnaval.
—¿Y
sabes lo peor de todo? Su gesto al pasar por mi lado. Amenazó con
denunciarme...
—¿Y
por qué lo dejaron salir?
—No
había motivos para retenerlo. Además, el alcalde mandó soltarlo nada más
enterarse de la noticia—expliqué.
—Ya
da lo mismo—me apretó con más fuerza contra sí. —Para olvidarte de esto lo
mejor será disfrutar de nuestros cuerpos.
—No
tengo ánimos—le aparté la mano de mi entrepierna.
Hubo
algo sombrío en su mirada durante unos segundos que mutó al instante por la más
encantadora de las sonrisas.
—¿Prefieres
mejor ver una película o una serie? —propuso mientras me secó las lágrimas.
—Lo
dejo a tu elección. Hoy cualquier cosa que veamos me vale.
Tras
pedir permiso, Nacho preparó en el microondas un enorme bol de palomitas y
sirvió un par de refrescos. Luego conectó el disco duro en la televisión
mientras me hablaba acerca de la temática de la serie que íbamos a ver. Pese a
no prestarle mucha atención, me enteré de su temática: Hannibal era un
psiquiatra que acaba devorando a sus víctimas.
La
lenta velocidad del desarrolló de la trama incrementó mi sopor. Tanto el
trabajo, como la presión social, me hicieron caer rendida sobre el pecho de
Nacho.
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