DESPISTADA
CREACIÓN.
Nadie
podrá negar que no trató de concentrarme para logar hacer una buena historia,
el problema está en que me despisto con demasiada facilidad. Hoy precisamente
había logrado dar con una frase filosófica lo suficientemente profunda, nada de
obviedades como cierto autor brasileño, para empezar la novela negra que
pretendía escribir, cuando mi mirada se desvió hacia la bombilla que iluminaba
la habitación. No tenía nada de especial, solo era una bombilla común, pero por
un momento me imaginé que el brillo de su luz se asemejaba mucho a la que
desprendía la mirada de un escarabajo, pero no de un escarabajo cualquiera sino
de uno capaz de mirar a través de un microscopio la complejidad de la vida
humana al igual que nosotros lo hacemos con los microorganismo.
Quise
alejar de mi mente cualquier tipo de elemento disuasorio pero mi ojos lejos de
centrarse en la pantalla del ordenador fue a parar a la ventana desde donde se
veía el un puente sobre un río, un río que nunca me cuestioné donde
desembocaba, lo mismo lo hacía sobre una autoescuela que sobre el avión que en
aquel momento sobrevolaba sobre mi edificio y lo mismo transportaba peces en
lugar de pasajeros.
Tras
echarme un vaso de agua sobre la cara logré retomar la novela. Me sentía
culpable por ser tan despistados, pero es lo que tenemos los jueces con ínfulas
de literato que en cuanto tratas de hacer una sentencia poética sobre un
asesinato acabas por perder el sur.
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