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domingo, 27 de diciembre de 2020

De escribir con brújula a escritor de plano (PATENTE DE ESKORZO)




















A la hora de escribir, siempre he oído hablar sobre personas que escriben con mapa, aquellas que planifican sus historias al milímetro antes de sentarse a escribir el primer borrador, y otras con brújula, aquellas que comienzan a escribir sin tener muy claro hacia dónde se dirige su historia y que las circunstancias acaban por dictaminarles por donde deben encaminar sus escritos. Yo siempre me sentí más cómodo con estas últimas. Siempre he escrito siguiendo la brújula hasta perderme por enmarañadas selvas narrativas en las que la mayoría de las veces acababa por perderme, (o más bien se perdían mis escritos en el cajón virtual del ordenador), o acababa por exponer al gran público baratijas que yo tenía por joyas.

Fuera como fuese, 2020 vino a cambiarlo todo. 2020 nos descubrió que era un escritor de brújula envuelto en un halo determinista que siempre encaminaba sus pasos al peor de los escenarios posibles. 2020 es un escritor de terror, que, pese a lo previsible de sus argumentos, no deja de ser bastante siniestro.

¿Qué provocó esto? Pues que yo, por llevarle la contraria, pasé de considerarme alguien que escribía con la brújula a escritor de plano. Plano porque de esa forma, quizás incluso antes de la pandemia, comencé a sentirme. Plano porque era incapaz de hilvanar una historia. Plano porque escribir en el blog me dejó de motivar. Plano porque me desmoralizaba, (y me sigo desmoralizando), por no encontrar respuesta de la comunidad lectora. Plano porque esta maldita pandemia nos ha robado emoción a nuestras vidas.

Aun así, me salté el guion a finales de este año al publicar en pago social la novela “El Olvido del Río” porque pensé que un camino hecho a base de hachazo como es esta historia, puede ser contemplada por la comunidad lectora para darme su opinión.  Quería comprobar que pese al mapa marcado que me dio el 2020, la brújula sigue marcando el norte. ¿Me ayudaréis a volver a encontrar el camino? Solo tienes que clicar el siguiente enlace: https://lektu.com/l/eduardo-ortega/el-olvido-del-rio/15964

¿Seguimos en la yesca?


viernes, 18 de diciembre de 2020

Contradicción (PROLOGO DE LA MENTORA)

 


…Tal vez debería de sentirme culpable, tal debería estar abatida, pero no siento el más mínimo remordimiento. Acabo de provocar una muerte y no me siento mal, aunque nadie pensaría eso al verme sentada en mitad del pasillo del tanatorio de Les Cort. Los seres humanos somos criaturas compuestas de sentimientos y contradicciones, sobre todo yo. Somos el resultado de nuestras propias historias. No fue la compasión lo que me trajo hasta aquí, tan siquiera el deseo de acompañar a la finada en sus últimos momentos en la Tierra antes de partir en viaje sin retorno hacia el más allá o donde vayan a parar las almas. Estoy aquí para cerciorarme de que todo transcurre de forma habitual: un velatorio tal como prescribe la tradición. Visto lo visto en los últimos días no me sorprendería que la muerta regresase a la vida en forma de nube gaseosa amarilla…

lunes, 28 de septiembre de 2020

La Rata (CUENTOS ALEATORIOS)


Aquel resto de manzana me puso sobre la pista del experimento que andaba persiguiendo. Fue en mitad de la madrugada cuando mi jefa me llamó para notificarme de la fuga del centro de investigación donde trabajaba de una de aquellas ratas de laboratorio con las que estábamos trabajando en aquel oscuro proyecto.

De no ser por la índole de la investigación, la fuga de una rata no habría supuesto ningún problema. En cada laboratorio en los que he trabajado se escapa de media una docena, algo nada significativo cuando se cuenta con más de quinientas para investigar. Pero en esta ocasión era diferente. Había que dar con la rata sí o sí. No había alternativa. No sólo estaba en juego mi futuro si no el de toda la Humanidad…Al menos así lo juzgó mi jefa cuando me apremió a ir en su búsqueda. Más, teniendo en cuenta que fue por mi culpa por lo que se escapó. Siempre he sido bastante despistada y nunca he sido muy paciente a la hora de comprobar que las jaulas estaban cerradas…

Allí estaba yo en un laboratorio de alta seguridad a punto de amanecer en busca de una rata que podía cambiar la Historia con mayúscula. Cuál fue mi cara de sorpresa cuando la vi pasar por delante de mis narices saliendo de las cocinas. Yo, que me había pasado la mayor parte del tiempo buscándola entre los cables de los ordenadores y por las jaulas de otros animales de laboratorio. ¿Cómo no se me había ocurrido pensar qué un animal, por muy estudiado que este sea, iba a hacer otra cosa diferente que ir a buscar comida? ¿Cómo le había podido yo otorgar el don de la solidaridad pensando que iba a liberar a sus hermanas ratas ayudándose de unos chimpancés capaces de usar un ordenador? Mucha carrera en neuroquímica, mucho máster y mucha mierda, pero inútil para pensar con lógica. Así soy yo.

Confié en mi velocidad, y sobre todo en mi suerte, para lanzar tras ella como una flecha guiada por el viento.

—¡Para por lo que más quiera, Mini! —le grité confiando que le provocase lastima verme correr tras ella.

Casi por arte de magia se paró en seco y se quedó mirándome con aquellos pequeños ojos rojos. A punto estuve de decirle que, si le parecía bonito haberse escapado, pero rápidamente deseché la idea al pensar que parecería más idiota de lo que parecía ya de por sí.

—¿Qué quieres de mi? —me habló la rata cruzándose de brazos. No respondí simplemente me limité a dar un par de pasos hacia ella con tal de cogerla—. Ni se te ocurra dar un paso más.

—¿Qué vas a hacerme? ¿Morderme? —quise sonar segura pero lo único que conseguí es sonar más aguda de lo habitual.

—No, eso es lo que tu querría: demostrar que me has extirpado la libertad tal como pretendéis hacer con la raza humana, ¿o me equivoco? —Logró la callada por respuesta—Sé que en el fondo tú también crees en la libertad, el estudio te viene impuesto, pero aún tienes la posibilidad de hacer lo correcto. Olvídate de mí, déjame volver a la naturaleza, viajar al norte y empieza a trabajar por hacer de los seres humanos criaturas más libres. Libera al mundo de las cadenas que le…

No le di oportunidad de seguir hablando, de un pisotón la maté. ¿Quién tiene ganas de oír a un roedor cuestionando tu libertad?

lunes, 24 de agosto de 2020

El Azar (Relato sobre Creación Literaria xD)

No siempre se tiene una frase potente para empezar una historia. Esa habilidad resulta escasa. No todo el mundo está preparado para enganchar en la lectura de su texto desde la primera línea. Tal vez, por eso, debemos de dejar en manos del azar nuestros escritos. Quizás ha llegado el momento de dejar de organizarlo todo. Tal vez ha llegado la hora de dejar a un lado las estructuras y de prever cómo debe suceder las cosas. No me refiero sólo a la escritura sino al hecho mismo de vivir. En ocasiones vivir encerrados en los mapas nos impide ver el entorno. Ha llegado la hora del azar.

¿Y qué mejor manera qué ponernos en manos de la diosa Fortuna con este mismo texto? Para comenzar coge un dado de seis caras. No dudes. Hazlo. Lánzalo. Mira el resultado:

·         Si el resultado es un uno o un cinco, nuestro relato será de ciencia ficción. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

·         Si el resultado es dos o cinco, nuestro relato será de fantasía. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

·         Si el resultado es tres o seis, nuestro relato será de terror. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

 

Ø  Ciencia ficción: Ha llegado el turno de elegir sobre que irá:

 

·         Si el resultado del dado es un uno o un cinco, nuestro relato será sobre naves espaciales. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

·         Si el resultado es dos o cinco, nuestro relato será sobre transhumanismo. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

·         Si el resultado es tres o seis, nuestro relato será sobre steampunk. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

 

Ø  Fantasía: Ha llegado el turno de elegir sobre que irá:

 

·         Si el resultado es un uno o un cinco, nuestro relato será de fantasía urbana. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

·         Si el resultado es dos o cinco, nuestro relato será fantasía épica. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

·         Si el resultado es tres o seis, nuestro relato será de realismo mágico. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

 

 

Ø  Terror: Ha llegado el turno de elegir sobre que irá:

 

·         Si el resultado es un uno o un cinco, nuestro relato será sobre fantasmas. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

·         Si el resultado es dos o cinco, nuestro relato será de terror psicológico. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

Si el resultado es tres o seis, nuestro relato será gore. Avanza hasta ese sector para seguir con la historia.

 

§  Naves Espaciales: ¿Escribir sobre naves espaciales? Pero si no soy capaz de ver una película completa de star wars, ¿cómo voy a escribir sobre el tema. Será mejor que vuelva a lanzar el dado:

 

v  Resultado par: Intento escribir sobre transhumanismo.

v  Resultado impar: Mejor cambiar de género. Comienza de nuevo el proceso.

 

§  Transhumanismo: ¿Robocop es transhumano? Vaya este tema tiene pinta de necesitar documentación por un tubo sobre cuestiones médicas. ¡Si aún a fecha de hoy no me queda muy claro dónde está el hígado! Será mejor que vuelva a lanzar el dado:

 

v  Resultado par: Intento escribir sobre steampunk.

v  Resultado impar: Mejor cambiar de género. Comienza de nuevo el proceso.

 

§  Steampunk: ¿Retro futuro? ¿Máquinas de vapor? ¡Pero si me costó un mundo aprenderme la parte de mecánica del carnet de conducir cuanto más! Será mejor que vuelva a lanzar el dedo.

 

v  Resultado par: Intento escribir sobre naves espaciales.

v  Resultado impar: Mejor cambiar de género. Comienza de nuevo el proceso.

 

§  Fantasía urbana: No me queda muy claro este subgénero. ¿Tengo que escribir sobre elfos que viven en chabolas? Será mejor que vuelva a lanzar el dado:

 

v  Resultado par: Intento escribir sobre fantasía épica

v  Resultado impar: Mejor cambiar de género. Comienza de nuevo el proceso.

 

§  Fantasía épica: No me andaré por las ramas. Este género está muy trillado. Directamente lanzó el dado en busca de alternativas:

 

v  Resultado par: Intento escribir sobre realismo mágico.

v  Resultado impar: Mejor cambiar de género. Comienza de nuevo el proceso.

 

 

 

§  Realismo Mágico: ¿Pero para esto no hay que tener un vocabulario rico y que además suene bonito? No creo que pueda, yo escribo como hablan los indios de las películas. Será mejor que vuelva a lanzar el dado:

 

v  Resultado par: Intento escribir sobre fantasía urbana.

v  Resultado impar: Mejor cambiar de género. Comienza de nuevo el proceso.

 

§  Fantasmas: Creo que a la comunidad lectora esto ya no le da miedo, teniendo en cuenta que en nuestra sociedad vivimos rodeados de fantasmas. Será mejor que vuelva a lanzar el dado:

 

v  Resultado par: Intento escribir sobre terror psicológico.

v  Resultado impar: Mejor cambiar de género. Comienza de nuevo el proceso.

 

 

§  Psicológico: Vale, este tema puede fluir. ¿Esto va sobre el miedo a no llegar a fin de mes, a poder pagar la hipoteca, a quedarte en paro? Bien visto, mejor no escribir sobre esto. Basta con ver los informativos. Será mejor que vuelva a lanzar el dado:

 

v  Resultado par: Intento escribir sobre gore.

v  Resultado impar: Mejor cambiar de género. Comienza de nuevo el proceso.

 

§  Gore: Sin duda la mejor historia será saber que si has llegado aquí después de lanzar el dado muchas veces acabarás matando al autor de este texto con mucho dolor.

lunes, 27 de julio de 2020

Bendecida (capítulo 1, primera parte)

En el Pasado

No siempre las victorias resultan dulces. Pueden resultar mucho más amarga que la propia derrota. En definitiva, para ganar es necesario sacrificar alguna que otra vida. Es acabar de un plumazo con los sueños, los sentimientos y las ansías de alguien. Eso lo sabía a la perfección el ejército de Tempul. Lo sentían mientras regresaban a la República, su casa, su hogar. Lejos de oírse canciones alabando la victoria, lo único que se escuchaba en el ambiente era un silencio denso. Un silencio tan espeso que casi se podía palpar con las manos. Habían ganado, pero el precio había sido muy elevado. Muchas vidas se habían perdido por el capricho del reino vecino de hacerse con sus tierras. Unas tierras que les pertenecía, no sólo por derecho de nacimiento, sino porque la trabajaban y cuidaban.  Incluso, después de la batalla, seguían sin entender, a santo de qué, ese deseo espontáneo del reino caliziano por arrebatarle su mundo. Pero en ese momento a las dríadas les importaba poco los motivos de sus enemigos, les bastaba con llorar a sus muertos y consolarse pensando que no se habían dejado amedrentar. Desde la primera agresión a la república supieron que les tocaría resistir y pasar al ataque aún a riesgo de morir en el intento. No permitirían que unas manos ajenas destrozasen la obra de Primavera. Fue mucha la juventud que se alistó con el anhelo de defender sus tierras. La raza dríada prefería morir a verse sometida, como muerto hubiese preferido estar Floresto, el héroe de la batalla de la Tormenta. Aunque había sobrevivido a la guerra, lo había hecho tullido, había perdido ambas piernas, a la par que había quedado imposibilitado para ser padre. Había perdido ambos testículos durante la refriega. Las curanderas habían hecho todo cuanto había estado en sus manos por evitarlo, pero su poder era débil. Estaban a demasiados kilómetros de distancia de los pinsapos, la fuente de su poder.

Tumbado en una camilla tirada por dos venados, Floresto revivía en su mente una y otra vez el trágico momento. La fiebre que aún persistía en su cuerpo le hacía volver constantemente al mismo punto: no recordaba cuantas horas llevaba aguantando hombro con hombro con su compañía las embestidas de la caballería pesada del ejército caliziano, pica en alto habían repelido varios ataques en el punto más estrecho del Istmo del Sueño, aquella porción de tierra que unía la República de Tempul con el resto del continente de Sherish, sólo sabía que no podrían haber aguantado eternamente. No había refuerzos que los remplazaran, tampoco margen de maniobra en tan poco espacio, y como era evidente, la caballería ligera naga logró romper el flanco izquierdo. Todo se hubiese ido al traste de haberles ganado la espalda. La pinza hubiese sido inmediata. No podían atender dos frentes a la vez, tampoco replegarse hacia una posición más favorable, a ambos lados el agua le impedía moverse con soltura. Además, el suelo embarrado por la fuerte tormenta que cayó aquel día dificultaba enormemente cualquier maniobra. En estas circunstancias tan desfavorables la única solución que vio factible Floresto fue usar la Fe. Sin permiso de su capitana salió de la formación y se arrodilló para tocar la tierra. Embarrado hasta las rodillas susurró una plegaria a la Primavera, más conocida en el resto del continente como la Diosa Madre, y usando todo el poder que esta le otorgó, en sus manos se formó una enorme bola de fuego que hizo saltar por los aires parte del istmo, evitando el avance de la hueste rival. Metal, carne y arena saltaron por los aires convirtiendo el lugar en un campo de muerte y desolación llevándose por delante a propios y extraños. Luego sólo quedo sitio para la oscuridad.

Floresto pensó que había muerto. Durante unos instantes pensó que llegaba al Seno de la Madre para contemplar la inmensidad de la Obra eternamente, pero cuando despertó en una de las tiendas de las curanderas comprendió que seguía vivo. Sí, vivo, aunque había pagado un alto precio por tal acto de heroísmo. Pese a sentir todo el cuerpo dolorido trató de incorporarse. No lo logró. Las piernas no le respondieron. Agobiado ante la inoperancia de sus extremidades inferiores se quitó la sabana que le habían colocado y comprobó que carecía de ellas. Sólo quedaba dos vestigios de las mismas en forma de muñones a la altura de la rodilla. Tragó saliva para asimilar la situación, no obstante, cuando su mirada siguió ascendiendo, descubrió que sus testículos ya no estaban allí. Desconsolado, lloró durante horas. No podría tener descendencia. Y pese a que su pueblo lo amaría por su heroísmo, sabía que a sus espaldas le criticaría por estar incompleto. Para la sociedad dríada, alguien incapaz de generar vida era casi como un adorno. Llenaba un espacio pese a no resultar útil. En la república de Tempul sus ciudadanos debían de seguir el curso natural de los ciclos marcados por Primavera.


lunes, 13 de julio de 2020

El género de tu obra (CURSO DE ESCRITURA PARA CUÑADOS)


¿Y sobre qué escribir? Os preguntaréis en estos momentos. Tenemos la fórmula sobre cómo hacerlo, pero debemos de elegir el género, (este no tiene nada que ver con otros temas que os conocemos y os gusta polemizar). 
Lo primero de todo es pensar que si te has puesto a escribir un libro es porque te quieres forrar. Olvídate del amor al arte, eso es para fracasados que son incapaces de forrarse con un libro. Tú has llegado a la literatura con afán lucrativo, ya si luego de paso te conviertes en una celebridad y puedes ir dando lecciones de moral al personal, mejor que mejor, pero lo primero es el dinero. Por eso, huye de géneros minoritarios. ¿Cuántos libros crees que va a vender alguien que escribe sobre filosofía o sobre un científico que está estudiando al camarón salvaje de los mares del norte? No creo ni que sea necesario que te responda.
Por otra parte huye de géneros que no te hagan parecer un auténtico cuñado. La ciencia ficción, la fantasía e incluso el terror, no están hecho para ti. Si es posible que en los últimos tiempos tengan más tirón, también es posible que incluso te saquen una serie sobre tu libro, pero, realmente, ¿crees que merece la pena tanto esfuerzo? Son géneros cansados que necesitan de un trabajo metódico, incluso de tener que someterte a la crítica de algún científico que no esté de acuerdo con que tu nave flote por el espacio con gasolina diésel. ¡A ti que lo has aprendido todo en la barra de un bar!
Tampoco te entretengas con la literatura romántica o erótica. Lejos de lo que esperas puedes quedar como un auténtico salidorro. Además, ¿desde cuando un machote de barra de bar es capaz de decir moñadas?
Por todo lo mencionado anteriormente el género donde más seguro, y más dinero vas a ganar, es la novela policíaca. Vale, es posible que tus autores de referencia de vez en cuando se atrevan con la novela histórica, pero ¿estás a dispuesto a pasar horas y horas documentándote sobre como fue tal periodo histórico? La respuesta es no. Si ya te costaba aprobar historia en el colegio imagínate tener que leerte auténticos tochacos para luego escribir un par de frases.
La novela políciaca es tu género. Lo primero, está de moda. No hay autor con cierto nombre que no este escribiendo sobre asesinos en serie, o sobre traumatizados inspectores de policía en pos de vengar la muerte de su mujer que antaño le engañaba con su mejor amigo y compañero. Luego el personaje principal encaja con tu propio yo: Hombres rudos incapaces de sentir nauseas al ver  un cadáver y capaces de enamorar a cualquier mujer con su aspecto viril que desprende testiculina al caminar. Sería como escribir tu propia autobiografía pero con un poco de maquillaje. 
¿Quieres ganar dinero? Ya estás tardando en ponerte.

sábado, 11 de julio de 2020

La inspiración es como maquillarse (CURSO DE ESCRITURA PARA CUÑADOS)


Sin duda, en este curso no nos meteremos a filosofar acerca de la creación literaria, es por ello que no nos andaremos por las ramas si os decimos que la inspiración no existe. Olvidémonos de moñadas de musas y otras sandeces por el estilo que no sirven más que para perder el tiempo. Hoy día los más parecidos que existen a las musas son los coach, son igual de inútiles y más caros.
Tampoco os vamos a decir que la inspiración llega trabajando, al menos para nosotros. Si algo pretendemos con este curso es poneros las cosas sencillas. La clave para empezar a escribir un libro es sin duda tener una historia que contar, pero, como ya está todo contado, incluso lo más extraño que te imagines, lo mejor es copiar. ¿Qué te van a acusar de plagio, qué si problemas legales, y un largo etcétera? Aquí te contamos la clave para evitar esa clase de problemas: El Maquillaje.
Sí, la forma más sutil de evitar problemas legales es maquillar el texto. ¿Qué cómo se hace eso? Pues modificando de forma sutil las frases para que no sean exactamente iguales, algo así como lo que hace Bunbury. Es pondremos un ejemplo: Si vuestra intención es copiar el Quijote, pues en lugar de Escribir en un Lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, podéis escribir, En un rincón entre Ciudad Real y Toledo, ¿o era Albacete? ¡A ver si va a ser Guadalajara! El caso es que no me acuerdo. Problema solucionado.
¿Y si alguien se percata de la táctica usada? Pues lo acusáis de infame por no entender que los artistas usan otras referencias culturales.
Esperamos vuestros comentarios apreciados alumnos.

domingo, 5 de julio de 2020

Curso de Escritura para cuñados


Si por algo se caracteriza un cuñado es sin duda por saber de todo y cómo no podía ser menos, también sabemos mucho sobre escritura. ¡¿Acaso lo dudabáis?! Por eso hoy os traemos el curso definitivo que te convertirá en el nuevo Pérez Reverte. Siguiendo unas sencillas instrucciones lograrás que escribir sea como dar consejos para nosotros, algo que te sale de manera habitual. ¿Por qué decirme, existe algo más sencillo que juntar palabras? Por supuesto que no. Hoy día cualquiera puede ser escritor.
Y sabéis lo mejor de todo: es un curso totalmente gratuito. Nada de mecenazgos, croufanding de esos, ni pollas en vinagre. Te bastará con seguirnos a través de este blog para conocer todos los trucos que te iremos dando para lograr ser el nuevo Camilo José Cela de tu vecindario. 
Si ya tu familia te respetaba por encontrar las mejores ofertas del super, en telefonía movil, y el coche más eficiente y económico, ahora lo harán aún más cuando te conviertas en un "intelectual" y todo sin necesidad de ser un rojeras. Además, no tendrás que esperar a las Navidades o barbacoas familiares para que nosotros, los cuñados, te proporcionemos la información que necesitas para escribir. La tendrás disponible con frecuencia aquí, además de un chat para preguntarnos cuando te salga del alma.
Recuerda que si no escribes es porque no quieres. ¿Te apuntas?

jueves, 2 de julio de 2020

Hablando con la pared (Patente de Eskorzo)


Yo siempre he sido de hablar con las paredes. Me gusta contarles mis proyectos, hacerles bromas, incluso si estoy lanzado les encuesto sobre su nivel de satisfacción con mi conversación. Pero, ¿sabéis qué? Hasta ahora no me han contestado. A no ser que yo no entienda su lenguaje, solo recibo silencio. Y mira que me he pasado horas mirando el gotelec intentando interpretarlo, buscar figuras que representen una respuesta. 
Pero nada, o que yo soy muy torpe y no lo entiendo, o lo más probable es que, yo no sea capaz de conectar con las paredes. Tal vez durante este tiempo no me he preocupado en buscar un método para hacerme entender. Quizás para que las paredes te entiendan no basta con hablarles, ni tan siquiera ser el albañil que las construyes o la pintora que las encabellecen, el secreto más bien está en convertirme en un parte de la pared. Debo aprender a sentir como ellas, pero sobre todo, tengo que aprender a escuchar como ellas, sólo así sabré porque no responden ante las palabras vacías de gente pesada como yo.
¿Entendéis por qué he estado tanto tiempo sin hablar por el blog? En ocasiones es mejor escuchar a lanzar mensajes que la pared no te puede contestar.

Seguimos en la yesca

domingo, 28 de junio de 2020

Odio a primera vista (RELATOS OLVIDADOS)


Se dan muerte a garrotazos,
Una estampa muy goyesca.
Vetusta Morla.

A Leocadia le bastó tan sólo una mirada para saber que odiaría durante toda su vida a Amara. Nada más verle una sensación de asco le recorrió todo su cuerpo y eso que aún no sabía nada acerca de ella. Pero su aspecto, tan fuera de lugar para aquel pueblo de la campiña de San Retorno, invitaba al desprecio. ¿Cómo se atrevía a ir vestida con aquel traje de colores inconexos de una conocida empresa textil, fabricado, posiblemente en un país del tercer mundo, con materiales derivados del petróleo, en lugar de lucir un traje confeccionado por un sastre como Eutimio, capaz de tejer el viento, la lluvia o el calor y hacer que el color dependiese del estado de ánimo de quien lo portase? Además, llevaba unos auriculares conectados a un artilugio llamado mp3 en lugar de escuchar la música de violines de las chicharras o el maullido pentatónico de los gatos callejeros.
No era Amara la primera persona de ciudad que veían en Santa Pacifista del Trabuco. Los fines de semana de invierno muchas familias acudían a la venta, el único lugar con condumio de la población, para probar las especialidades de la cocina de Antonela, alegrías en tempura de miel, o los archiconocidos carajillos en adobo, un plato por el que una multinacional de comida rápida llegó a ofrecer un pastizal por la receta, pero que su creadora declinó vender por una sencilla razón: para ella por encima del dinero estaba la dignidad. En este caso la dignidad de conservar el secreto de la cocina tradicional pacifistiana. Tras la comilona los urbanitas daban un paseo por los alrededores para bajar un poco la comida, particularmente cerca de los sembrados de filosofías donde les gustaba fotografiarse, simulando formar parte del entorno. Luego antes de que cayera la tarde volvían en sus coches hasta sus casas devolviendo al estado de inquietud habitual al pueblo. Diferente era que gente de ciudad se mudase al pueblo, algo que no sucedía desde que la Amalia abandonó a su marido por aquella ninfa del río, allá por los tiempos de Manolo Altramuz, el primer alcalde de Santa Pacífica del Trabuco tras lograr la independencia de la Goleta Floreada. Una independencia lograda tras vencer en la batalla del río del Olvido. Fue gracias a un verso disparado sobre la líder goletera, Ildefonsa la Terrible, una mujer capaz de lanzar ráfagas de insultos sin apenas respirar, lo que les hizo ganar la guerra y la independencia. Jamás una poesía de sor Juana Inés de la Cruz fue usada con tanta violencia como en aquella ocasión.
Pero si algo le fastidió enormemente a Leocadia de aquella nueva vecina fue ver descender del camión de mudanzas enseres y artilugios más propio de la ciudad. Sin duda Amara no tenía pensamiento de amoldarse a las costumbres del lugar sino más bien trasladar su vida anterior a Santa Pacífica del Trabuco, algo inconcebible. Eso le enfureció aún más, pero aun así contuvo su rabia. Tenía la leve esperanza que sólo mantuviese las costumbres urbanitas tan sólo al principio mientras se adaptaba a su nuevo entorno. Por eso lejos de escupirle tal como sintió que debía de hacer, se limitó a saludarle con un gesto de la mano y farfullar un “Uenas”, que no fue correspondido. Le habría abofeteado en ese mismo instante, pero en el fondo Leocadia era tímida.
Fue pasando el tiempo y lejos de adaptarse a su nuevo entorno, Amara pareció querer apartarse más de la gente del pueblo y sus costumbres, algo a lo que ayudaba que viviese en la última calle del Santa Pacífica. No es que el pueblo fuese muy grande, apenas una cuadricula de menos de medio kilómetro cuadrado y que se dividía en pocas calles: Norte, Sur, Levante y Poniente como límites naturales y otras dos calles que formaban una cruz central y a las que por pereza no habían puesto nombre. Espacio más que suficiente para sus trescientos habitantes. Apenas se le veía transitar por la zona, más allá de esporádicas visitas al colmado de Inés donde compraba Pan de Pólvora y Leche de Fénix porque la dueña de la tienda le había convencido de sus beneficios para perder peso, algo totalmente incierto, porque como todo el mundo sabe si algo adelgaza realmente son los Filetes de Heno y los refrescos de Saliva de Elfo, aunque haya quien diga que más bien esta bebida tiene poderes afrodisiacos.
Leocadia encendida por la ira decidió no rendirse. Quiso acercarse más a ella para odiarla aún más y llevar a cabo el refrán popular: “Si no puedes con tu enemiga, únete a ella”. por eso una madrugada se plantó dentro de la casa de Amara para hacerle una propuesta. El problema vino cuando Amara, poco acostumbrada a los usos y costumbres pacifistianos, encontró a los pies de la cama a su vecina:
—¡Por favor, por favor no me hagas daño!¡Te daré todo cuanto tenga, pero por favor, no me hagas nada!
—¿Y por qué debía de hacerte nada? Además, tampoco hay nada que me interese de tu casa. Esos aparatejos como el teléfono móvil, el ordenador, en este pueblo no sirven de nada. Aquí preferimos distraernos escuchando al viejo acebuche de la plaza del ayuntamiento contando las historias de la vecindad que vivió antaño en estas tierras—argumentó.
—Tú…tú eres…¿mi vecina?—preguntó mientras encendía la luz de la mesita de noche.
—Menuda vergüenza que a estar alturas no sabes ni mi nombre—refunfuñó.—Pero no me extraña si sigues usando la electricidad para iluminarte en lugar de un bote de luciérnagas.
—¡¿Qué demonios quieres?!¡¿A qué has venido a mi casa?!¡¿Sabes que puedo llamar a la Guardia Civil para que te detenga por allanamiento de morada?!—comenzó a gritarle sulfurada.
—Si tienes que llamar a alguien será mejor que llames a la Santa Compaña suele acudir más rápido que la Benemérita, que, aun así, si vienen, no creo que vayan a hacer nada, saben como funciona aquí las cosas: cuando tenemos ganas de visitar a un vecino no tenemos más que plantarnos en su casa sin importar la hora que sea. ¿O no te has dado cuenta qué nunca cerramos la puerta a ninguna hora como haces tú? ¿Qué vas a saber tú si no te relacionas con nadie?
—¡Estás loca!—tomó el móvil entre sus manos para llamar aunque pronto desistió al comprobar que carecía de cobertura.—¡Maldito pueblo de mierda que no le llega la señal!—Lanzó el teléfono a un lado de la cama.—Y dime ¿a qué has venido?—se levantó de la cama dispuesta a enfrentarse con Leocadia.
—A invitarte a la Romería de la Virgen del Matojo. Es este próximo sábado y me gustaría, tanto a mí, como al resto del pueblo, que nos acompañes en esta festividad.
—¿Si te digo que sí te marcharás de mi casa?—le sugirió nerviosa.
—Por supuesto.
—Pues contad conmigo—contestó de manera automática más que por convicción.
—No faltes. Te estaremos esperando—se despidió Leocadia mientras saltaba por la ventana de la habitación y salía volando hacia la suya.
—Debo de estar soñando o en este pueblo todo el mundo está como una chota—sentenció Amara antes de volverse a la cama no sin antes comprobar que todas las puertas y ventanas estaban cerradas correctamente.
A las cuatro de la mañana del sábado apareció Leocadia a los pies de la cama de Amara. Casi le provoca un infarto. Tuvo que respirar profundamente para no perder el control de las pulsaciones de su pecho. A continuación, unos cuantos gritos, un recuerdo especial hacia los fallecidos de Leocadia y por último unos lanzamientos indiscriminados de objetos situados en la mesita de noche. Y pese a esa demostración de odio que podía haber sido correspondida, se armó de paciencia para explicarle detalladamente el motivo de su presencia en la casa a una hora tan intempestiva, aunque lo que le pedía el cuerpo era darle una somanta de palos. Pero era demasiado tímida como para emplearse tan a fondo de buenas a primeras. Era mejor esperar un tiempo para que se odiasen con más confianza, ya se saben lo que dice el refrán: “dos no se odian si una de ella no quiere”. Además, no iba a ser ella quien rompiera los tiempos establecidos como correctos para el cortejo del odio.
—La gente de ciudad soy de corazón muy pequeño por lo que me doy cuenta. Él día que aparezca las licántropas en tu venta no sobrevivirás para contarlo. Según tengo entendido el aullido en las noches de luna nueva os aterroriza a la gente de ciudad, mientras que para la gente de aquí no es más que una nana nocturna que nos dedican. Da gracias que he sido yo—le advirtió con una sonrisa dibujada en los labios.
—Me dejas mucho más tranquila—comentó Amara con ironía.—Pero lo que no entiendo que haces aquí.
—Pues despertarte para ir a la romería de la Virgen del Matojo.
—Pero si aún no ha amanecido…
—Otra excusa más de urbanita. ¡Cómo sabía yo que tratarías de escaquearte! ¿No sabes que las buenas romerías se celebran de noche? Empezó a las doce de la noche—hablaba sin parar negándole la posibilidad a replicarle. —Vístete que aún estás a tiempo de disfrutar lo mejor—le tomó de la mano obligándole a levantarse de la cama.
—¡Dios mío!¡Me ha tocado la loca del pueblo como vecina! ¡¿Ganas algo por quererme amargar la vida?!—Se zafó de la mano de Leocadia.—Trabajo todos los días para que vengas tu a tocarme los ovarios queriéndome sacar de la cama para celebrar una fiesta que posiblemente solo exista en tu imaginación. ¡¿Podrías dejarme dormir y vivir?!
—¿Así que piensas qué la romería es mentira? Hagamos un trato si te llevo al prado y no hay nada me olvidaré que existes y te dejaré tranquila con tus costumbres de ciudad—le tendió la mano en señal de acuerdo.
—Acepto—le estrechó la mano.—Dame un minuto para que me pueda vestir.
—¿Vestirte para qué? A la Romería va todo el mundo desnudo…Pero por ser tu primer año te puedes vestir. Fíjate yo también me dejaré la ropa para que no te sientas incomoda siendo la única que no va desnuda—añadió viendo la cara de estupefacción de Amara.
Cuando Amara llegó a aquel prado junto al río donde se reunía absolutamente toda la población de Santa Pacífica del Trabuco, lo que menos le preocupó fue que todos estuviesen desnudos, había andado tanto que tan sólo le preocupó el dolor de pies que tenía. No es que el lugar distase mucho del pueblo, pero según Leocadia la tradición exigía que antes de arrancar a la Virgen del matojo de donde procedía su nombre y sembrar a las santas y santos que al año siguiente vigilarían los sembrados cuando creciesen, debía de caminarse en círculos hasta llegar al punto de encuentro. Apenas prestó atención a los rituales que se llevaban a cabo antes de comenzar la fiesta propiamente dicho. Sus pies merecían mucha más atención que aquella celebración absurda y sin sentido.
¿Quién le mandaría a ella mudarse a la campiña de San Retorno? Pero su deseo de llevar una vida alejada de la contaminación, más sana y menos artificial le habían hecho alquilarse una casita en el pueblo de Santa Pacífica, apenas distaba doce kilómetros de Jerez, o esa fue la milonga que le contó a sus familiares y amistades. Si se había mudado hasta aquel lugar inhóspito fue porque, primero su empresa había hecho una restructuración de personal y le obligaba o bien a irse a Jerez o de cabeza para al paro, así que entre lo uno y lo otro eligió lo último. Lo segundo y no menos importante, aunque hubiese seguido trabajando en Madrid no tenía suficiente dinero para seguir pagando aquel coqueto ático situado en pleno barrio de Malasaña, básicamente porque hasta hacía menos de dos meses lo había estado pagando a medias con Sofía, su ex pareja, que de la noche a la mañana le abandonó por un ilusionista de tres al cuarto. Sin duda Sofía era el tercer motivo, mantenerse en Madrid era torturarse. No le apetecía seguir pasando por los mismos lugares y sitios que había compartido con ella. Temía pasear por el Rastro y verla agarrada de la mano de su nuevo amor. Por eso sintió necesidad de huir a un lugar alejado y recóndito que no le pudiese recordar a Sofía.
Gracias a que se acordó de aquello aceptó beber el hidromiel que a cada rato le ofrecía algún vecino del pueblo. Tras beberse un par de botellas de la espirituosa bebida, que, según la concejala de fiestas, le traía cada año el mismísimo Baco desde el Olimpo, no tardó en sentirse en sintonía con la romería. Se desnudó, cantó, e incluso participó en las carreras de centauros. No muy lejos de ella Leocadia lloraba de felicidad, con aquella inmersión de Amara en las tradiciones locales ganaba en confianza como para atreverse a llevar a cabo el cortejo del odio.
Como el odio es un sentimiento que ha de ir labrándose poco a poco, Leocadia le permitió un par de semana de tregua a Amara, pese a que esta no tuvo constancia de la misma. No la molestó. Tan siquiera hizo por cruzarse con ella simulando que pasaba casualmente por su calle. No quería agobiarla. No quería que Amara se terminase encariñando de ella. Lo que menos pretendía era que se acabase enamorando de ella. Pero el decimoquinto día tras la Romería no pudo resistir más. Fue a visitarle a su casa. Esta vez no esperó a que fuese de noche, no quería asustarla, aunque no entendía el motivo por el que le atemorizaba verle a los pies de su cama por las noches, no obstante, tampoco en aquella ocasión le resultó grato verla.
—¡¿Pero cómo coño lo haces?!—le gritó sentada en el váter. ¿No podrías hacer como las personas normales y anunciar tu llegada llamando a la puerta? No es cómodo tener a alguien delante mientras estás evacuando.
—¡Lo normal dice, la zagala! Eso será lo que hacéis los raritos de la ciudad—se rio con su propio comentario.—Además, ¿qué tiene de incomodo cagar delante de alguien? Si jiñar es lo más normal del mundo. Sabes que soltar el truño delante de otra persona es de las cosas que más une…
—¡¿Pero qué clase de guarrada es esa?!¡Cómo si yo quisiera tener confianza contigo! Sal, aunque sea un momento—le imploró.
—Hay que mujer más pudorosa—le pellizcó el cachete.—Tu aprieta que yo apenas huelo, me caí de pequeña de una encina cuando me empujó un hada y desde entonces perdí el sentido del olfato.
—¡¿Pero qué quieres?!¡¿Para qué vienes?!
—Venía a invitarte a la cacería de este próximo fin de semana. Vamos a cazar a un dragón cerca del río—le informó con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Qué clase de locura es esa? Tú de verdad estás chalada.
—De locura nada que luego hacemos una barbacoa muy rica con la carne. ¿Lo has probado alguna vez?
—¿Pero tú te estás oyendo, criatura? Todas esas cosas de las que me hablas sólo existen en tu imaginación—le tocó en la sien.
—Tampoco te creías lo de la Romería de la Virgen del Matojo y al final te lo pasaste genial. Estuviste plenamente integrada con las costumbres del pueblo.
—¡¿Qué romería ni que niño muerto?! Lo mejor será que vayas a un psiquiatra.
—Normal que no te acuerdes de nada, llevabas una cogorza de campeonato. Te pusiste hasta el culo de hidromiel—se mofó.—Si es que la gente de ciudad no sabéis beber.
—Pero yo…no….sólo recuerdo levantarme a las seis con resaca. Pensé…que lo había soñado…¡Este pueblo me está haciendo perder la cabeza!
—Fue tan real como que estoy aquí. Y ahora límpiate el culo que nos vamos.
—¿Pero no has dicho qué la cacería es el próximo fin de semana?
—Sí, pero es para que te vengas a escuchar la trolea.
—¿Qué es la trolea?
—Es la época de celo de los trolls. Es increíble el sonido de las hembras queriendo atraer a los machos. Resuenan en toda la campiña.
—No, gracias. Prefiero reservar fuerzas para la cacería—comentó con la mayor delicadeza del mundo para no alterar a Leocadia.—Por cierto, ¿Cómo narices se caza un dragón?
—Ya lo descubrirás cuando llegué el momento—contestó con una sonrisa picarona mientras salía del baño.
A la mañana siguiente mientras salía del pueblo en dirección a Jerez con su coche, Amara tuvo casi la certeza de que se estaba volviendo tarumba. Sin duda su salud mental jamás había estado tan en riesgo de verse perjudicada antes de llegar a santa Pacífica del Trabuco. Se planteó que no podía ser real lo que estaba viendo en aquel momento con sus propios ojos: un señor lejos de pasear como el común de los mortales a un perro estaba paseando a un basilisco. Para quienes desconozca que es este animal decirle que se trata de una mezcla entre una gallina gigante, una iguana y un murciélago. Se comenzó a plantear muy seriamente el hecho de cogerse un piso en Jerez. ¿Para qué necesitaba una casa para ella sola? Posiblemente le saldría más cara, pero al menos lograría no perder la poca cordura que le quedaba.
Enfrascada como iba en estos pensamientos casi atropella a una mujer que en el escaso arcén levantaba el dedo a la espera de que algún coche le llevase hasta Jerez. Tuvo que dar un fuerte frenazo para no lanzarla a dos metros de su posición.
—¡¿Pero señora cómo se le ocurre hacer autoestop en una carretera como esta?!—le gritó.
—No te creas que a mí me gusta ponerme a parar los coches, ni ir andando por la carretera, con la desaprensivos que hay al volante. pero se ve que al autobús de línea no le ha dado por pasar y hoy tenía que ir hacerme unas pruebas muy importantes al hospital de Jerez—se excusó la pobre señora mientras se secaba el sudor de la frente producido por el susto.
—Anda suba que la llevo—se apiadó.
—Muchas gracias, hija. No sabes cuánto te lo agradezco—le sonrió mientras se acomodaba en el asiento del copiloto del coche.—Estaba pensando que no iba a llegar a tiempo, y ya sabes cómo está la sanidad pública, si no aprovechaba la cita me la podían volver a dar para dentro de seis meses o un año y para entonces yo ya podría estar muerta.
—No diga eso, señora. No será para tanto—trató de congraciarse con la mujer.
—No sé yo, me comentaron la última vez que quizás el cáncer había producido metástasis—comentó con voz queda.
—¿Y cómo es qué no le ha podido llevar nadie?—cambió radicalmente de tema incomoda por la metedura de pata.
—Mis dos hijos viven en Sevilla y no quieren saber nada de mí ni del pueblo—dijo conformista.—Dicen que en la campiña de san Retorno tenemos pocas miras, que deberíamos fijarnos mucho más en cómo se hacen las cosas en la ciudad. ¡Como si lo de la gente de ciudad fuese lo válido!—Hizo varios aspavientos mientras hablaba.—No somos raros, tan sólo tenemos un punto de vista diferente.
—Me debe de reconocer que son un tanto peculiares—aportó Amara.—Fíjese a mí cada dos por tres se me cuela mi vecina en casa y hasta me ha hecho creer que el otro día estuve en una Romería de madrugada y que el próximo fin de semana nos vamos a ir a cazar un dragón. ¿Se lo puede usted creer?—forzó una sonrisa.
—No te ha hecho creer que nada, simplemente es que el Espíritu del Retorno te ha invadido.
—¿Y qué es eso del espíritu del Retorno?
—Pues que te has acostumbrado a mirar la vida desde nuestro prisma quitándote las gafas de urbanita que empañan la realidad y ocultan las cosas sencillas e inclusos la más importante de tu vida. ¿Acaso no es mejor afrontar la vida como una aventura en lugar de como una tortuosa rutina?
—Creo que lleva usted razón, tal vez hasta ahora no he sabido ver más allá de mis narices.
—Y ahora tampoco porque esa vecina de la que me hablas, que deduzco que debe ser la Leocadia, la hija del Sombrerero y la Elfa, realmente no te está invitando a cazar un dragón.
—Ah, ¿no?
—No, ella te odia y quieres hacerte en el río el cortejo del odio.
—¿Pero por qué me odias si yo no le he hecho nada? Si alguien tiene que odiar a alguien esa soy yo a ella. La odio—sentenció.
—Te odia porque en este pueblo hasta para enamorarse de alguien somos particulares—le contestó riendo.—Y a ti también te gusta pero te niegas a admitir que te puedes enamorar de alguien de pueblo.
—Puede ser—admitió. En el fondo y pese a sus peculiares le atraía Leocadia.
El domingo siguiente cuando Leocadia y Amara se encontraron frente a frente dieron rienda suelta a su deseo: ambas se golpearon con garrotes para demostrar cuanto se odiaban. Lo que viene siendo lo habitual, un odio a primera vista.