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lunes, 4 de marzo de 2019

Las campañas del odio en la literatura (Patente de Eskorzo)


Yo soy el único responsable de mis derrotas literarias. Nada ni nadie tienen la culpa de que no publique. Así de claro y realista soy conmigo mismo. Sin paños calientes ni excusas futboleras donde la culpa de tu ineptitud la tiene el mundo menos tu. 
¿Y a santo de qué viene esto, os estaréis preguntando? Pues muy sencillo. No hay más que asomarse a las redes sociales para darse cuenta de como la envidia, los celos y la inquina hacen campaña contra ciertas editoriales y sobre todo autoras. Atacan con lengua viperina el trabajo ajeno. ¿Y todo por qué? Sencillamente porque a esas personas le rechazaron sus manuscritos en alguna ocasión o porque creen que el éxito ajeno les hace perder ventas. 
¿Y sabéis lo peor? Son personas incapaces de asumir su incapacidad, su falta de talento, o simplemente que alguien sea mejor que ellas escribiendo. Lejos de hacer reflexión se dedican a atacar. Si todo ese esfuerzo que dedican a destruir el trabajo ajeno lo dedicasen a intentar mejorar, les iría mejor las cosas, y serían mucho más felices.
Sé que no soy nadie, pero tengo una serie de preceptos que me gustaría compartir:
  •  Asumo que si tal o cual editorial no me publicó o no me respondió es porque mi obra no merece la pena, y debo seguir esforzándome, sólo así lograre crear un producto interesante. No me dedico a boicotearla a las editoriales que me rechazaron, más bien al contrario, les sigo apoyando porque si les envié mi novela es porque su trabajo y linea editorial son de mi gusto.
  • Luego si alguien tiene éxito aplaudo su obra, sin olvidar que esa persona me puede servir como referente sobre como hay que hacer las cosas en el mundo literario.
  • Me alegro enormemente de que cada día haya más escritoras, por mucho que los señoros se empeñen en lo contrario. Han sido obviadas durante demasiado tiempo en el ámbito literario. Además, animo a leerlas. 
  • Cuando hago una reseña sólo las hago de aquellas obras que me gustaron y quiero recomendar. ¿Por qué perder el tiempo en algo que no me gustó? ¿Por qué criticar una obra que tal vez si le gustó a otras personas? Quienes se creen adalides del buen gusto me causan repulsa.
Esta reflexión en voz alta tal vez pase desapercibida, pero me apetecía hacerla porque me cansa mucho esa actitud beligerante de mucha gente perdedora que son incapaces de vivir sin odio.

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