Mientras escribes una novela, o esperpentos como es mi caso, siempre hay una intención, ya sea clara o soterrada, de hablar sobre algo más que la historia en sí. En mi caso, la intención con Falocracia, la tenía sumamente clara, pues bajo una historia en apariencia de humor disfrazada de novela policíaca, había una necesidad de denunciar el machismo social imperante porque aunque no lo creáis solo lograremos acabar con esta lacra con más hombres feministas. Tal como oyen a los que se echan las manos a la cabeza, pues el feminismo, es la lucha por la igualdad.
Tal vez no sea necesario llegar al extremo de cortar penes como en la novela, pero si de dejar ver a los demás como coños o pollas andantes, sino como personas. Me aburre enormemente ver como en los anuncios se sigue usando la imagen de dominación del hombre. Sin ir más lejos un anuncio de colonias hace que mujeres se derritan cuando un tío se echa la colonia en el prepucio. Muy igualitario todo. O cuando en programas de televisión en hora de máxima audiencia, las mujeres no son más que cuerpos que desear haciéndoles hacer retos banales, mientras que a los hombres se les muestra capaces de hacer experimentos increíbles.
No soy un moralista, mucho menos un escritor, pero creo si usamos el arte para crear conciencia, lograremos que este mundo deje de ser el reino de los penes.
Seguimos en la yesca.
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