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martes, 9 de agosto de 2016

Algo no funciona...(Capítulo 14 de SERIOpata)


CAPÍTULO 14

Tal como había pronosticado el comisario, la noticia de la muerte del delantero estrella del equipo de fútbol provocó una gran conmoción en la ciudad. Hubo llantos, hubo manifestaciones que incluso pidieron la suspensión del partido a escasas horas del comienzo, hubo gritos, y lo peor, en mi caso, era que alguien de la policía había filtrado la noticia a la prensa.
Reconozco que usé a los agentes presentes en el estadio como cabeza de turco de mi ira. Me había levantado aquel domingo de un humor de perro y necesitaba desfogar toda aquella rabia en algo. No obstante, mi bronca no duró mucho, el comisario entró en la sala de juntas haciendo salir a todos los presentes, excepto a mí:
—No te servirá de nada acumular tanto estrés. Relájate. No puedes enfadarte por la filtración, tarde o temprano el asesinato saldría a la luz—me tomó por los hombros. —Además esa rabia creo que tiene más que ver con ese golpe en la cara. ¿Podrías decirme cómo ha sucedido?
—Un pequeño accidente doméstico—bajé la mirada.
—¡Y una mierda! Eso no lo provoca un accidente—exclamó. —No sabes mentir Águeda.
Traté de no llorar, de no mostrarme débil, pero el sentimiento de desazón era más grande que mi fortaleza. No hubo necesidad de palabras para que Paco me abrazase contra sí.
—¿Dime quien te ha hecho esto?
—No tiene importancia—gimoteé contra su pecho.
—Quiero ahora mismo el nombre del cabrón que te lo ha hecho—insistió.
—No fue queriendo...él no quiso hacerlo…solo...que...—las lágrimas me impedían hablar con claridad.
—Si es tu novio haces mal en justificarlo. Deberías de denunciarlo.
—Fue por mi culpa, yo le he fallado...no fui sincera con él—me sequé las lágrimas.
—Nadie tiene derecho a pegar a nadie por ningún motivo—argumentó. —Dime dónde vive y su nombre. A ese le va a caer un paquete de los gordos.
No fui capaz de contestarle en un primer momento. Me mantuve en silencio tratando de controlar mi llanto.
—Creo que deberíamos ponernos a trabajar—me sequé las lágrimas.
—Vale está bien. Como policía, ni como persona estoy de acuerdo con tu actitud, pero debo respetar tu decisión—aceptó. —Pero has de prometerme una cosa.
—¿Qué?
—No volverás a verlo.
—Pero es que...
—No hay peros que valgan—me fijó su mirada. —Es más, te vendrás unos días a casa. Quizás acompañada te des cuenta. No puedes permitir que te maltraten. ¿Trato hecho? —quiso sellar con apretón de manos.
Dudé unos instantes, pero finalmente se la apreté. Nunca he sabido negarme a una orden.
—Te necesito totalmente concentrada en estos casos—me sonrió. —Haremos una cosa, le diré a Carmen que te acompañe a coger algo de ropa y lo que necesites. Tienes el resto del día libre.
—No puedo dejar la investigación así—quise oponerme.

—Soy tu superior. Yo decido si es conveniente o no.—zanjó el tema. —Si te hace sentir mejor llévate los informes. Además, si puedes enlazar este mensaje que apareció en el pito que le metieron al comparsista engreído ese por el culo con el resto de la trama—me entregó un informe del forense donde aparecía un mensaje con el siguiente texto: “Todo esto lo hago por amor”.

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