Vistas de página en total

Mostrando entradas con la etiqueta fotos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fotos. Mostrar todas las entradas

jueves, 1 de marzo de 2012

Diario de una inquietud (trigesimo octava entrada)

TRIGÉSIMO OCTAVA ENTRADA

Ya empieza a notarsela algo de tripita a Marian, eso debiese de hacerme el hombre más feliz, sino fuese porque a nuestra pareja le acecha un miedo atroz, que no es otro que la posibilidad de perder la criatura que esperamos. Es sabido que el proceso de gestación es sumamente complejo y que en cualquier momento podría darse el caso de que mi chica sufriera un aborto, pero no es eso exactamente lo que nos preocupa, sino que la pesadilla que sufre Marian se lleve a cabo.
Mucho diréis que hacer caso de un sueño no tiene sentido, pero como habréis podido ir comprobando a lo largo de este Diario en mi vida las casualidades no son tales, así que lo mejor es hacer caso a las advertencias. Cada noche la misma escena, como protagonista la mujer repintada como una puerta. Una habitación donde un niño de unos seis años sufre una fuertes calenturas haciéndole delirar. Ha dejado de ser una personita para convertirse en una masa de color rojo que lucha por sobrevivir, y al fondo una mujer mulata que se dirige a la mujer pintada:
-No se si lograré que viva, pero al menos conseguiré que se reencarne.-advirte.
-Haz lo que puedas.-le responde hoscamente.
En la pesadilla hay un salto de escena, la propia Marian se ve a si misma en el momento del parto, teniendo un hijo que no reconoce como suyo pues tiene la misma cara que el  niño de la primera parte del sueño, sin embargo, vuelve a aparecer la misma mujer de color para acabar con el pequeño estrellándolo contra el suelo. Solo entonces aquella tortura oniríca finalizada.
Como veréis no es una situación cómoda. Marian en lugar de engordar ha adelgazado, hecho bastante preocupante, pese a mis continuas regañinas porque se alimente de manera adecuada, no logra alcanzar el peso adecuado. Es por ello, y por su petición de que encuentre respuestas (no se fía ya de que un sueño se repita con tanta asiudidad), por lo que he comenzado por buscar la partida de nacimiento del tío abuelo de su abuelo, aunque me he topado con varias dificultades:
Para comenzar el periodo en el que habría nacido aquel señor, los registros civiles no funcionaban de la manera más correcta, puesto que en muchas ocasiones tan solo era registrado durante el bautismo, pero en este caso no tenía ni la menor idea de que iglesia podía haber sido bautizado.
La verdad que era un tanto desesperante no sabe por donde comenzar, tan solo teníamos un nombre junto con un apellido, por el cual no aparecía nada en los registros civiles, y una foto, que como comprobaréis esta la clave de la búsqueda. Os lo contaría ahora mismo sino fuese porque Marian sufre sus nauseas matutinas, las cuales me preocupan, porque no solo puede ser por su embarazo, sino por el malestar que le deja el sueño...

domingo, 19 de febrero de 2012

Diario de una Inquietud (TRIGESIMO QUINTA ENTRADA)

TRIGESIMO QUINTA ENTRADA

Llevo una semana alejado del amor de mi vida, y por más que pretendo hablar con ella, se niega en rotundo a responderme al telefono, es más, incluso he pasado por casa de sus padres donde ahora mismo está, pero su madre me reitera su intención de no querer verme.
Estoy hecho polvo, aunque por los últimos acontecimientos vividos pudiese deducir que Marian no aguantaría la presión de mi conducta esquiva, jamás llegué a creer que se cristalizase como ha sucedido. Mucho menos podía llegar a pensar que sucedería por ser tremendamente sincero...aunque no quiero hablar sin orden así que os explicaré:
Aquella noche cuando calló desmayada al visualizar la foto de su abuelo, sentí que nuevamente las “malditas coincidencias” regresaban a mi vida. Unos hechos que no eran fruto de la casualidad, y que además añadía en esta ocasión a mi amor. No soportaba verla en aquella circunstancia, en aquella incertidumbre que le minaba. Aquellos sueños unidos a la foto, sin olvidar la paliza sufrida podía llegar a minar su salud, no solo corporal sino mental. Por ello, pese a no tener certezas de tan siquiera lo que me había sucedido a mi, decidí contarle todo tras marcharse sus familiares tras ser disuadidos de que había el desvanecimiento tan solo se debía a la tensión sufrida en los últimos días, y que no era necesario ir a urgencias para que se cerciorasen de que no era alguna dolencia oculta.
Cuando la sentí un poco más recuperada la senté en el sofá para que oyese todo aquello que debía de decirle. No fue sencillo resumir tantos acontecimientos pero sin embargo procuré hacer una sintesis bastante aceptable que Marian oyó no sin cierta incredulidad. Todo fue una confesión tranquila hasta que le hablé del asesinato. En un principio no me creyó, pero yo le insistí...fue uno de los primeros errores que cometí.
-No le des más vuelta Victor, estás sacando las cosas de quicio, ni mis sueños ni esas palizas tienen absolutamente nada que ver con una mano negra que nos persigue a los dos. ¡No te montes pelicula!-me dijo con tono alterado.
-No son peliculas, ¿cómo te explicas tantas desgracias seguidas? Desde la muerte de mi amigo, a la paliza que te dieron.-justifiqué.
-Simple casualidades, no más.-resopló indigna.-Creo que deberías retomar tus visitas al psiquiatra...-propuso en un torno conciliador.
-No estoy loco.-grité indignado.
-No vas a lograr nada alterandote.-hizo por mantener la calma.
-Espera, te voy a mostrar una cosa.-busqué dentro de un libro la denuncia policial de la aparición del paquete con la cabeza humana.-Te lo he ocultado pero necesito que me creas...-se lo mostré.
Horrorizada se llevó las manos a la cara al finalizar de leer el documento.
-Yo no puedo seguir aquí, esto ha llegado muy lejos...-se volvió hacia la habitación.
-Espera, juntos podemos encontrar una solución.-le agarré del brazo.
-No me toques.-me ordenó con una mirada que me dejó helado.-No puedo seguir viviendo a tu lado...-soltó una lágrima que más que denotar tristeza denotaba rabia.
No tardó apenas nada en hacerse una maleta con unas pocas de mudas de ropa.
-Ya mi padre vendrá por el resto.-se despidió de aquella manera fría.
Pasan los días y no me acostumbro a estar sin ella. Marian es el ángel que ilumina mi sendero. Sin ella mi vida no tiene sentido. La única forma que tengo de solucionar esto es una: resolver la relación entre el sueño y la fotografía. Solo uniendo cabos podré recuperarla. No perderé un segundo en ir a casa de sus abuelos, si me explica quien es esa señora que tanto le impactó sabré una parte importante de este misterio...

domingo, 12 de febrero de 2012

Diario de una inquietud (trigesimo cuarta entrada)


TRIGESIMO CUARTA ENTRADA

Nunca he sido muy amante de las comidas familiares, mucho menos de las familias ajenas, pero realmente no debería decir nada, pues fui yo mismo quien la organizó, aunque nada me hacía prever el resultado, de saberlo hubiese preferido gastarme mucho dinero en una cena romántica en el más caro de los restaurante de la provincia, pero comprendía que durante aquella mala época, necesitaba el apoyo de los suyos, incluso el de su abuelo, quien se encargase de abrir la caja de los truenos. No quiero adelantarme y os contaré como sucedió todo:
Con la ayuda de mis suegros logré que se llevarán a Marian un par de horas con la excusa de que se comprará algo de ropa, tiempo que aproveche para ponerme a cocinar. Debo reconocer que lo mio no es precisamente las artes culinarias, razón por la que el pollo en salsa que intenté hacer saliese algo quemado, pero aún así era comestible, o al menos nadie protestó.
Aproveché para recoger a sus abuelos tras comprar algo de vino, por mi hubiese puesto unos refrescos, o agua, pero sabía del gusto exquisito de mi familia política. Una vez en casa de sus abuelos, tuve que esperar más de media hora antes de que pudiesemos salir, ya que la abuela no se decidía por una falda o por otra, y es que las mujeres aunque pasen los años, no cambian.
Añadir además que los problemas de prostata del anciano Rafael, nos hizo retrasarnos un poco más, pues justo cuando estabamos cerrando la puerta de la casa le entró ganas de orinar. Le animé a que llegaríamos en cuestión de minutos a mi casa, pero le trajo sin cuidado, él deseba orinar en su casa y nada ni nadie se lo iba a quitar de la cabeza. Como colofón, o mejor dicho colmo, no contento, decidió por su cuenta ponerse a buscar un album familiar de fotografías. Por si no fuese suficiente ya con las clásicas anécdotas que se cuentan, este señor quería reforzarla con elementos físicos como la fotografía. Durante todo el tiempo que llevaba con Marian, ya había escuchado decenas de veces la vez que ella se cayó en un charco, o cuando mi suegro siendo niño le dieron unas ánginas de pecho que pensaban que se morían. Todos rien o se emocionan recordando pero es que yo por mucho que lo repitan, no lo voy a encontrar más novedoso.
Sin embargo la primera parte de la cena se desarrolló con tranquilidad charlando sobre temas banales, y sobre todo habiendo logrado la sonrisa de Marian. Estaba plena de felicidad ya que estaba reunida gran parte de su familia en pleno: sus abuelos, sus padres, su hermano, además de una tía suya junto a su marido y su hijo, un hermoso bebe de apenas cinco meses con el cual a mi pareja se le caía la baba. Marian es una enamorada de los niños. A raiz de las carantoñas que ella le hacía al pequeño, salió durante el postre el tema espinoso por antonomasía em todas las comidas:
-¿A ver cuándo os pensáis casar que ya tenéis edad?-lanzó la pregunta la abuela más dirigida a mi que a su nieta.-A este paso en lugar de hijos le darás nieto.
-Aún es pronto.-respondió Marian queriendo lidiar el temporal.
-Los hijos no se pueden tener tan mayor que sino nacen tontos.-comentó de manera desagradable el abuelo.
-No estar casados no significa no poder hijo.-medié yo ante la aprobación de mi pareja.
-Además, casarse para gastar dinero en que la gente coma y beban, es preferiblen que se lo ahorren para darme un nieto.-metió baza mi suegra.
-Dejad a los chicos tranquilos. Ellos sabrán lo que hace.-medió el padre con acierto.-¿No hay nadie que me eche una copa?-pidió riendo para evitarme el bochorno de dar más explicaciones.
Durante la velada mientras tomabamos copas, las charlas fueron encaminándose por derroteros habituales, pues como dije antes comienza el rosario de anecdotas, en esta ocasión hablaron de una menos usada, y es cuando Marian de pequeña, casi un bebe, la dejaron sola en el salón junto a una cajita de pastilla juanolas, formó un charco de babas negras por donde casi se podía patinar, aunque lo más divertido de todo es que la acababan de duchar.
Aprovechando la cobertura de los momentos para el recuerdo, el abuelo sacó a colación el album de fotos que traía consigo. No tenían un orden cronológico claro, lo mismo se mezclaban las fotos de la boda de mis suegros con las suyas propias que la de la comunión de mi cuñado.
Pero el efecto devastador llegó cuando mi pareja se fijo en una de las fotos amarillentas que se hallaba al final de las últimas páginas: una mujer muy maquillada portaba de manera orgullosa a un niño pequeño en brazos, mientras que tras ella un grupo de mujeres mulatas se mostraban arrodilladas en actitud sumisa. Nada más reconocer a la mujer como la de sus pesadillas cayó desmayada...
No estoy preocupado ahora mismo por ese detalle sino por hacer que Marian vuelva a casa conmigo, quizás no debería haber hablado tanto...