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viernes, 30 de marzo de 2012

Diario de una Inquietud (CUATRIGESIMA SEPTIMA ENTRADA)

CUATRIGESIMA SEPTIMA ENTRADA

 Son las cuatro y media de la madrugada, a las siete me suelo levantar, pero tengo claro que ya no podré descansar. El motivo de mi insomnio repentino, la lectura del libro. No será de extrañar en muchos que cuando una historia les atrapa no pueden escapar de sus páginas hasta darle fin, a mi antes me pasó con otras novelas, pero en esta ocasión, no ha sido la elaborada prosa del autor, ni tan siquiera unos capitulos sumamente adictivos, sino el contenido en si de la historia, porque aunque no lo creáis Diario de una Inquietud habla de mi, de mi vida, pero no de cualquier manera.
Cuando comencé a iniciar sus primeras páginas el nombre de su protagonista me resultó extrañamente familiar, Victor, pero lo achaque queriéndome calmar, que era una simple coincidiencia, mas tuve que rendirme a la evidencia al ver como los hechos de los que hablaba los conocía yo al dedillo así como al resto de personajes. Alguien se había encargado de copiar mi vida desde que comenzó mis desdichas, o lo que creo que es peor, alguien ha inducido a que mi vida sea así, aunque la cuestión es: ¿Cómo un ser humano puede provocar alucinaciones en otro? ¿O es acaso un ser sobrenatural?
Tengo sospecha de todo, no me fío de nada. En mi cabeza se agolpan teorías confabulatorias, como satánicas, como incluso me llegó a plantear que haya sido la misma Marian quien haya orquestado todo, porque por mucho que he buscado por la red, El Vendedor de Humos, no coincide con una persona real detrás. Lo que para mucho no es más que un plan de marketing, para mi es el motivo de mi vida: descubrir quien ha manipulado todo.
He sido la marioneta de algo o alguien que ha ejercido como mi encaminándome como ha deseado hacia aquellos lados que ha deseado dejando mi libertad apartada de mi lado. Buscando una explicación he enviado un correo electrónico a la editorial del libro, aunque dudo que me contesté.
Miró hacia todos lados en busca de posibles cámaras que me estén vigilando. Me siento como si un gran Hermano me controlasen, como si estuviese encerrado en un escenario como “el Show de Truman”.
Quizás la mejor forma de acabar con esto es hacerlo tal como indica en el libro que debo hacer llegado a este punto. Preparar una bañera de agua caliente, cortarme las venas, y esperar a que la muerte llegue...

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